El terrorismo yihadista en el Sahel ha experimentado un gran crecimiento en su actividad durante estos últimos años. El director general de Política Exterior y de Seguridad del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, Fidel Sendagorta, ha advertido de la amenaza real que supone el terrorismo yihadista para Europa.
Durante la clausura del 8º Foro Elcano sobre Terrorismo Global el diplomático ha realizado varias intervenciones donde ha puesto de manifiesto su incredulidad al descubrir que el líder del Daesh en el Sahel fuera “un sahauri procedente de los campamentos”.
Sendagorta ha querido hacer patente su preocupación al comprobar que el terrorismo yihadista “haya reclutado abundantemente en esta cantera, ya que los sahauris podían tener una ideología nacionalista, pero nunca había habido una derivada ideológica islamista o yihadista”.
El alto funcionario español avisa de que esta deriva yihadista “es un fenómeno que nos debe inquietar porque se acerca mucho a nuestro mundo cultural/estratégico”. De esta forma ha pedido a España que preste especial atención a la región del Sahel.

Hace 10 años, ha dicho, el terrorismo en el Sahel era "un desbordamiento del fenómeno terrorista en Argelia", los líderes eran argelinos y el fenómeno se extendía por tribus árabes y algunas tuaregs.
Actualmente los débiles Estados de la región del Sahel afrontan grandes retos a la hora de hacer frente a la peligrosa mezcla de violencia yihadista, conflictos entre comunidades y grupos contrabandistas. Algunos grupos yihadistas fueron en gran parte expulsados de la región por una intervención militar internacional, lanzada en enero de 2013 a iniciativa de Francia y que continua hoy en día.
Aun así, sigue habiendo zonas muy amplias que escapan del control de las fuerzas, francesas y de Naciones Unidas, y que son blanco frecuente de atentados sangrientos.
La explosión del fenómeno yihadista en el Sahel ha explicado Sendagorta, comenzó con la caída del régimen de Muamar Gadafi en Libia. Muchos combatientes que en los años noventa emigraron para formar parte de las milicias de Gadafi, después del triunfo de la Primavera Árabe, retornaron a su tierra de origen cargados de armamento proveniente de los arsenales del coronel libio.
La mayoría de estos militantes provenían de países del Sahel como Chad Burkina Faso, Malí. El diplomático, durante su intervención, ha advertido que es un fenómeno que se está extiendo a otras zonas como Togo, Benin, Senegal, Costa de Marfil y Nigeria así como el este del continente Mozambique que se enfrenta a "un desafío yihadista gravísimo".