En un mundo cada vez más polarizado, donde las sucesivas crisis han esquilmado el tejido social y han dejado a las sociedades a merced del fanatismo, del fundamentalismo o del radicalismo, es más importante que nunca concienciar a través de la educación, del respeto y la tolerancia. Unos valores que comparten las tres grandes religiones monoteístas como son el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Para reconocer los lugares comunes de estos credos, la subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso organizó en Madrid la “Jornada Internacional de la Fraternidad Humana”, la primera cita institucional celebrada en España un año después de ser reconocida por Naciones Unidas. El objetivo es promover la concordia y el diálogo interreligioso a través del prisma conjunto que comparten las tres religiones.
No cabía nadie más en el salón de actos del edificio Sedes Saptientiae de la Conferencia Episcopal para presenciar un evento que contó con la presencia de las máximas autoridades religiosas de las tres grandes religiones en España. Intervinieron, entre otros, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal; Isaac Benzaquén, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, y Mohamed Ajana El Ouafi, secretario de la Comisión Islámica de España.
La presidenta de la Fundación Tres Culturas, Concepción de Santa Ana, y el embajador de los Emiratos Árabes Unidos en España, Majid Hassan Mohamed Hassa, también acudieron a este acto.
El director de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso, Rafael Vázquez, arrancó su exposición poniendo en valor el documento firmado hace tres años en Abu Dabi por el papa Francisco y el Gran Imán de al-Azhar, Ahmed el-Tayyeb. Un documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común que trazó la hoja de ruta para el acercamiento entre cristianismo e islam.
El máximo representante de la comunidad judía en España, Isaac Benzaquén, trasladó “la imperiosa necesidad” de que las distintas religiones dialoguen “para que haya paz, tolerancia y comprensión mutua”. La percepción del ser humano según el judaísmo requiere el reconocimiento y la aceptación de sus semejantes, de su identidad y del pluralismo religioso, según Benzaquén.
Para el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, cada uno de nosotros es único y debe ser reconocida su individualidad. Una individualidad “que no debe ser confundida con el individualismo”. Y es que Benzaquén considera que no se deben primar los intereses individuales frente al colectivo. Este es uno de los aprendizajes que dejó la pandemia. “La crisis de la COVID-19 exige una respuesta a nivel mundial basada en la solidaridad y la cooperación, ya que esta no distingue de etnia ni religión”, sentenció.
Las comunidades religiosas juegan un rol esencial a la hora de transmitir valores. Benzaquén sostuvo que estas deben generar una mayor conciencia de su importancia en la educación. Y es que “frente al resurgir del extremismo y la radicalidad, la enseñanza de las religiones adquiere un nuevo sentido”. La religión sirve como “dique para la prevención del radicalismo y fundamentalismo”, aseguró Benzaquén.
Antes de pasarle el testigo al secretario de la Comisión Islámica de España, Mohamed Ajana El Ouafi, el representante judío subrayó que la máxima del evento es la de fortalecer puentes entre culturas, porque “la aceptación y la solidaridad forman parte de nuestras relaciones, y deben formar parte del eje vertebral de nuestra cooperación”.
Para Mohamed Ajana el evento constituyó una gran oportunidad para debatir y reflexionar y promover el conocimiento recíproco de las culturas. Ante los múltiples retos que se presentan “ninguno puede caminar solo”. Las tres religiones deben avanzar juntas, unidas y compartiendo las mismas bases de entendimiento y concordia.
El secretario de la Comisión Islámica de España dejó claro que “una interpretación correcta de los textos islámicos no impide el camino conjunto del islam con otras religiones”. Mohamed Ajana se mostró muy crítico con el fundamentalismo y cargó con dureza los que utilizan con fines espurios los preceptos religiosos. Estos discursos de odio provocan consecuencias brutales e inciden de forma negativa sobre la sociedad.
También defendió el diálogo interconfesional y las relaciones de las comunidades religiosas con las distintas administraciones públicas. “No debemos menospreciar las iniciativas estatales –apuntó Mohamed Ajana– porque estamos convencidos de que el futuro solo puede encararse unidos”.
El cardenal Juan José Omella se subió al atril para cerrar el círculo y aportar su reflexión desde el punto de vista cristiano. El presidente de la Conferencia Episcopal empezó citando el comienzo del documento donde el papa Francisco y el Imán Ahmed el-Tayyeb estamparon su rúbrica, que, a su juicio, marcó un hito en la historia de las religiones y en el diálogo islamo-cristiano.
La fraternidad es el reto a futuro de la humanidad. “O somos hermanos o todo se derrumba”, expresó Omella citando al papa Francisco. La fraternidad trasciende de las religiones y nadie puede sentirse ajeno ante ella. Esta se alcanza precisamente mediante el diálogo interreligioso, “que es una obra de arte que requiere de paciencia, de volver a empezar una y otra vez”. En este cambio de época, la religión “tiene un papel fundamental a la hora de modelar a la sociedad del futuro ante las ideologías que crean diferencias donde no las hay”, sentenció.
Una vez finalizado el evento, después de que la orquesta presente en el salón de actos interpretase el Himno de la Alegría y los representantes de las tres grandes religiones hicieran un rezo conjunto, el director de la Fundación para la Cultura Islámica y la Tolerancia Religiosa, Jumaa al-Kaabi, entregó a los intervinientes un bonsái de olivo, símbolo emblemático de los tres credos, y en representación de la paz y la fraternidad.