CampusÁFRICA acoge a Manuel Elkin Patarroyo, padre de la vacuna contra la malaria

El científico anuncia en Tenerife que ha culminado su vacuna contra esa enfermedad, “con un 80% de eficacia” 
En medio de la crisis del ébola en España, dice querer dar “un parte de tranquilidad: el brote será controlado” 
Este viernes, en el Espacio Cultural de la Fundación CajaCanarias, pronunciará, a las 19:00 horas, la conferencia de clausura del CampusÁFRICA: ‘Hitos y retos en la lucha contra la malaria’ 
 
Por Carmelo Rivero (Blog)  
Foto:  Manuel Elkin Patarroyo (a la derecha) durante una entrevista radiofónica en Tenerife. 
 
Manuel Elkin Patarroyo, doctor honoris causa por la Universidad de La Laguna, y gran amigo de Tenerife desde hace décadas, que ahora visita la isla, en el vigésimo aniversario de haber ganado el premio Príncipe de Asturias, para clausurar este viernes el CampusÁFRICA, hizo este miércoles, en el programa ‘El Balcón’, de Teide Radio, el anuncio del ‘largometraje’ de su vida: la esperada vacuna contra la malaria. “Ya está lista y es eficaz al 80%”. Su presencia en este foro coincide con un brote de ébola, que salpica directamente a España, tras registrar el primer caso de enfermo contagiado fuera de África: “No habrá una pandemia, se controlará”, auguró el científico colombiano. La decisión de sacrificar al perro de la enfermera, ‘Excalibur’ (miembros del laboratorio de Seguridad Biológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid llevaron a cabo este mismo miércoles el sacrificio del animal), no dejó de perturbarle: “Una penosa decisión, pero tengo que admitir que es inevitable por el riesgo de contagio”. “Quiero dar un parte de tranquilidad”, comenzó diciendo el doctor Patarroyo a propósito del citado caso español de la auxiliar de enfermería María Teresa Romero y la muerte en Texas, este mismo miércoles, del primer paciente diagnosticado de ébola en EE.UU.. “Es una enfermedad, en efecto, mortal: el 50% de los afligidos por ella puede morir. Pero, a su vez, las posibilidades de distribución son limitadas. No hay que pensar en que se desate una epidemia o una pandemia, porque la transmisión (la saliva, las excretas, la orina…) son restringidas, y con las debidas medidas de salubridad puede llegar a controlarse.” El inmunólogo colombiano aportó cierta cordura a la alarma generada, admitiendo que “pueden cometerse errores, pero son efectos menores”. Lo que a Patarroyo le molesta de esta crisis es que “desafortunadamente, solo cuando nos llega a nosotros, nos preocupamos de esta clase de problemas. Hace 30-40 años que la enfermedad existe en África, se conoce el genoma del ébola y se podría haber elaborado vacunas a tiempo.” Patarroyo saltó a la fama cuando hace casi 30 años se negó a vender a la industria farmacéutica la patente de su primera vacuna contra la malaria y la donó a la humanidad, a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS), decisión de la que, sin decirlo, se ha arrepentido, porque no halló respaldo a su trabajo, sino un continuo boicot, que le ha llevado a ‘rematar’ su descubrimiento, durante estas tres últimas décadas, hasta conseguir un prototipo de vacuna sintética definitiva, ya no sólo para curar la malaria, sino todas las enfermedades infecciosas. Y lo ha conseguido, aun a falta de su publicación oficial (probablemente, en breve, en Science). 
 
Canarias, ejemplo de solidaridad 
No ha desvelado cómo piensa hacer llegar su vacuna al coste más bajo a los países subdesarrollados, pero no le faltan ‘amigos filántropos’ dispuestos a ayudarle, según ha dado a entender. Puso a Canarias de ejemplo de “solidaridad” a través de iniciativas y proyectos como el foro ‘CampusÁFRICA’, que codirige su amigo Basilio Valladares, director de la Fundación Canaria para el Control de las Enfermedades Tropicales (que él mismo ayudó a nacer), y el exrector de la Laguna y director del Centro universitario de Estudios Africanos, José Gómez Soliño. “Tanto el Campus como la Fundación de Enfermedades Tropicales son acciones manifiestas de solidaridad”, destacó como contraste de la despreocupación occidental que acababa de poner de manifiesto. Y no acusó en esta ocasión a la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la que ha tenido en el pasado serias diferencias por las reservas con que gestionó la donación de su primera versión de vacuna sintética contra la malaria, que data de los años 80. “La OMS es un elefante grande, y tiene otros problemas de qué ocuparse. Nosotros sí podemos enfrentar estas enfermedades en la medida de nuestras posibilidades. Y CampusÁFRICA lo está haciendo, está dando ese ejemplo al mundo de lo que es y cómo se ejerce una iniciativa de solidaridad, hasta lograr convertir que estas enfermedades sean nuestro problema”. 
 
La vacuna que salva millones de vidas 
La vacuna contra la malaria, que se llama ‘Colfavac’ (Colombian Falciparum Vaccine), la que desarrolla y perfecciona la anterior (SPf66), tras casi 30 años, está ya lista, como había prometido, según el anuncio que hizo este miércoles durante la emisión de ‘Las Mañanas del Mencey’, para ‘El Balcón’ de Teide Radio. “Pronto ya vamos a entregar los resultados de la vacuna, con un 80% de ‘capacidad protectiva’. Hemos tenido que dar este paso, si bien antes de la culminación de todo el trabajo por los obstáculos derivados de una persecución absurda acerca de la localización de los monos necesarios para la investigación. Unos animales cuyas vidas no peligran, ni son maltratados. De ahí lo incomprensible de esa campaña”, se quejó el científico, que siempre ha mostrado incredulidad ante las pegas de unos detractores muy activos, bajo la vitola de ecologistas, de su país sin reparar en que la vacuna que él promueve salvaría millones de vidas. “Nos han tenido cuatro años detenidos; ya habría conseguido una vacuna 100% eficaz hace dos años”. El grupo denunciante ha conseguido en los tribunales frenar la investigación, bajo la sospecha de que algunos de los micos empleados por Patarroyo habrían sido introducidos en Colombia procedentes de otros países limítrofes (el sinsentido de la denuncia es que Patarroyo investiga en medio del Amazonas, a pocos metros de la frontera brasileña, cuando los monos de ese origen recorren cada días decenas de kilómetros). Las quejas del inmunólogo apuntan a la industria farmacéutica, indesmayable desde hace años en la carrera por evitar que su vacuna sintética llegue antes que cualquier otra que pueda ser comercializada, ya que Patarroyo donó a la OMS su primer prototipo y asegura tener el respaldo de un grupo de filántropos anónimos que financiaría la nueva versión para que su precio no supere unos diez céntimos de euros. En el proceso a sus prácticas con los monos, los denunciantes cometieron el desliz de llamar a declarar en el Congreso colombiano a un exdirectivo de una multinacional dedicada, precisamente, a la fabricación de vacunas. 
 
La malaria mata a un niño por minuto 
La malaria se cobra la vida de un niño cada minuto y se contagian más de 200 millones anuales de personas en el mundo (cerca de dos millones mueren cada año). Los micos con los que ha hecho sus estudios este investigador formado en la Universidad de Yale que pasó por  el Rockefeller Institute, candidato tres veces al Nobel (dos en Medicina y una en Química) por sus investigaciones, poseen un ADN idéntico a los seres humanos. La vacuna definitiva que ha ultimado el grupo  de investigadores que lidera Patarroyo en la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC) tiene la particularidad (no menor en zonas superpobladas de África, de arduo control personalizado) de que solo requerirá una dosis, no tres, ni cinco, como es habitual. Su hijo, Manuel Alfonso Patarroyo, que le acompañó en la entrevista, informó que, por su parte, se encuentra, asimismo, en una fase avanzada en la búsqueda de una vacuna específica para la variante de malaria de América y Asia. “De este modo, abarcamos todo el mundo, con todas las posibles opciones de la enfermedad”, subrayó Patarroyo padre, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, en 1994. Patarroyo es el mejor abogado defensor de las vacunas y la medicina preventiva en el mundo. No tiene la más mínima sombra de duda de que ese es el camino más seguro para la salud. “Tenemos que invertir en métodos preventivos, en vacunas, desde el punto de vista humano y económico”, e hizo comparaciones entre ese gasto y el elevado coste de los tratamientos una vez desarrolladas graves crisis de salud. Los nuevos desplazamientos humanos y la invasión masiva de las selvas expone a la sociedad actual a “nuevos virus y nuevas enfermedades que debemos enfrentar. Los hábitos alimenticios, el pollo, el cerdo, nos abocan a la gripe aviar y a nuevos agentes virales”. 
 
Medicamentos falsos para África 
El director del Instituto y de la Fundación de Enfermedades Tropicales, Basilio Valladares, íntimo amigo de su colega colombiano, intervino para remarcar la ‘chapuza’ infame de la falsificación de medicamentos destinados a África, según se ha denunciado en el CampusÁFRICA, tal como sacó a relucir el periodista José Antonio Pardellas, que, junto con Leopoldo Fernández, un servidor y la directora del programa, Marlene Meneses, participó en la entrevista. “Son auténticas mafias, y el fraude, de modo absoluto o parcial, afecta a buena parte de los tratamientos que se dispensan en el continente. Yo creo que en buenas condiciones no llega al 30 la medicación auténtica”. Citó como fuentes, participantes en el foro de La Laguna de la industria farmacéutica y el presidente de la Fundación Juan Ciudad, que ha adquirido medicamentos para África. “Traen los productos adulterados de China, India…, y generan problemas de salud colaterales a causa de los componentes manipulados”. Patarroyo se llevó las manos a la cabeza, y consideró un crimen esa práctica: “Es una manera de matar”. ¿Para cuándo un método universal de hacer vacuna?, tal como aventuró el propio Patarroyo en un célebre ensayo balance de sus investigaciones (suscrito conjuntamente con Adriana Bermúdez y su hijo, Manuel Alfonso Patarroyo), publicado en la ‘biblia’ de las publicaciones de Química en EE.UU., ‘Chemichal Reviews’ en 2011. Respuesta: “Vamos en esa dirección. Nunca hablamos de una vacuna de vacuna. Pero sí de un sistema, un método, una manera de hacer vacunas para todas las enfermedades víricas que hay en el mundo que carecen de ella y matan a millones de personas”. La lista de 500 enfermedades infecciosas (que provocan no menos de 17 millones de muertes al año) que un día podrán tener curación con el sistema global de vacunas sintéticas creado por Patarroyo incluye, más allá de los anofeles de la malaria o paludismo, otras tan conocidas y temidas como estas: tuberculosis, papiloma humano, hepatitis C, neumonías, meningitis causadas por bacterias, sífilis, dengue, cólera, herpes, diarreas…, sin olvidar el SIDA. 
 
Cerca del Nobel 
Dada su proximidad a ese método universal de vacunas sintéticas, es obvio colegir que, si bien Patarroyo podía encontrarse hace 30 años a metros del Nobel, ahora estaría tan solo a centímetros de él. Manuel Patarroyo es una vida entera dedicada a la malaria. Puede decirse así. Si la vida de un hombre es susceptible de equivaler a la lucha contra una enfermedad, ese es su caso. Ha dedicado toda su vida a combatir el plasmodium que aniquila a niños y mayores sin tregua desde hace miles de años hasta hoy. Y si hay en el mundo un hombre en el que pueden depositarse las esperanzas de que salve a la humanidad de esa enfermedad terrible con una vacuna fiable y eficaz, ese es Manuel Elkin Patarroyo, inasequible al desaliento, símbolo de la constancia científica y, junto a ello, padre de una hermosa filosofía de vida: regar el mundo de vacunas baratas para salvar vidas. Pero el precio de esa vocación lo ha pagado caro. “No hay diferencias genéticas entre los seres humanos y los monos. De ahí mi convicción de que esta vez sí hemos dado con una vacuna eficaz. La hemos probado en los monos y tenemos todas las garantías. A su juicio, la OMS no le pondrá esta vez mayores inconvenientes, pues su historial en temas como la gripe H1N1 o ahora mismo el ébola, aconseja dar facilidades a la investigación. “Por razones éticas, vamos a hacer ensayos con humanos, con la absoluta convicción de que validarán nuestras previsiones de altísima eficacia: un 80%.” Lamentó, ante la opinión vertida por un oyente, que en su país, el Gobierno no dé toda la prioridad que debiera a las investigaciones a favor de la salud, y puso de ejemplo la epidemia de chicunguña que en la actualidad padece Colombia. “No es mortal, pero sí muy dolorosa, es la enfermedad del encorvamiento, a causa de ese dolor, y tiene parentesco con el dengue.” Concluyó regresando al epicentro de sus inquietudes para sortear las enfermedades más devastadoras: ”La prevención es rentable. Más de 3.000 muertos de ébola y 7.000 infectados lo saben bien en estos momentos.” Y prevenir es… vacunar.