Este lunes se inicia la huelga general en Hong Kong que busca paralizar, en una jornada histórica, uno de los centros financieros y comerciales más importante del planeta. Tras dos meses de manifestaciones prodemocráticas, que se han repetido cada fin de semana, los paros han sido convocados mediante internet y redes sociales por parte de trabajadores de una veintena de sectores económicos diferentes. Es la primera vez desde las revueltas de 1967, disturbios que dejaron 51 muertos, que esta Región Administrativa Especial de China afronta una huelga de este tipo.
En las primeras horas de la jornada, ocho líneas de metro han dejado de funcionar total o parcialmente y miles de pasajeros han empezado a concentrarse en los andenes, que acumulaban retrasos acentuados. Además, en el aeropuerto internacional, una pista de aterrizaje ha tenido que dejar de funcionar, por lo que, al menos, 235 vuelos han sido cancelados desde las 10:00 hora local (04:00 GTM); mientras que otros trayectos están sufriendo grandes retrasos, como así ha informado el diario South China Morning Post.
Ante esta situación, el Departamento de Trabajo del Gobierno de Hong Kong ha pedido a las empresas que sean comprensivas con sus trabajadores: “Para los empleados que no puedan llegar a tiempo al trabajo, debido a las condiciones del tráfico y los servicios de transporte público, los empleadores deberían mostrar la comprensión necesaria debido a las circunstancias”, ha afirmado un portavoz.
Según este mismo diario hongkonés, se espera que más de medio millón de personas no acudan a trabajar este lunes en solidaridad con los jóvenes que llevan manifestándose cada domingo durante nueve semanas consecutivas para exigir reformas democráticas. Paros de estas dimensiones tendrán grandes consecuencias en una ciudad de 7,5 millones de habitantes. “Para que el Gobierno responda, tenemos que subir las movilizaciones y asegurarnos de que sufra un impacto económico”, explicaba al diario ABC Maggie, una agente de seguros de 35 años que afirmaba apoyar la huelga, como la mayoría de sus 700 compañeros de oficina.
La jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam (en el centro) dice que las recientes protestas han empujado a la ciudad al filo de una situación muy peligrosa, durante una rueda de prensa en Hong Kong el lunes 5 de agosto de 2019. Alan Siu/EYEPRESS
Por su parte, la presidenta del Gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, en declaraciones a la prensa, ha endurecido su discurso: “Yo diría que (los manifestantes) están tratando de derribar a Hong Kong, de destruir por completo la vida de más de siete millones de personas”. Ha definido a los participantes de las manifestaciones como “jóvenes radicalizados” que mediante una actitud intransigente están amenazando el orden de la ciudad: “Tan grandes acciones en nombre de ciertas demandas (..) han minado seriamente la ley y el orden de Hong Kong, y están empujando nuestra ciudad, una ciudad que todos amamos, al borde de una situación muy peligrosa”.
También están previstas diversas protestas en ocho distritos de la ciudad en esta jornada de huelga general. Los manifestantes han prometido que no acabarán de forma violenta, cosa que ha sido habitual en las concentraciones de los últimos fines de semana. De hecho, esta huelga general ha sido convocada un día después de otro domingo más de manifestaciones y enfrentamientos con las fuerzas del orden que terminaron con 20 manifestantes detenidos acusados de delitos como “reunión ilegal” y “provocación de altercados”.
Por novena semana consecutiva, miles de jóvenes hongkoneses vestidos de negro se lanzaron a las calles mostrando su rechazo al Ejecutivo de la ciudad, al que tachan de permitir la influencia de Pekín en las políticas de la Región Administrativa Especial y al que piden más garantías y reformas democráticas. La Policía alegó que los manifestantes se desviaron del recorrido oficial, causaron cortes de tráfico y se reunieron de forma ilegal ante la comisaría de Wong Tai Sin, donde los manifestantes bloquearon la salida de varios furgones policiales del edificio. La respuesta de las fuerzas de seguridad no se hizo esperar y, mediante el uso de gas lacrimógeno, intentaron dispersar a los asistentes, que respondieron protegiéndose con paraguas y atacando a los agentes con extintores y otros objetos.
Pie de foto: Los manifestantes de Hong Kong también han ocupado la entrada al Parlamento, que fue ocupado por la fuerza y donde causaron numerosos destrozos el 1 de julio, aniversario de la devolución a China. Pablo M. Díez vía Twitter
Esto ocurre después de que el pasado viernes miles de funcionarios públicos se concentraran en un acto sin precedentes para pedir al Gobierno que escuche las demandas de la población. Por otro lado, en esta jornada del domingo se pudo ver a un grupo nuevo de manifestantes, los que apoyan a la Policía y al Gobierno local: se trataba de un grupo que contrastaba con el de los jóvenes manifestantes por ser de personas de mayor edad que, vestidas de blanco, mostraban su simpatía por el régimen chino a la vez que condenaban los altercados, hechos que muestran un punto más de fractura entre la población de Hong Kong.
En este punto, la preocupación empezó a aumentar en el movimiento prodemocrático cuando el Gobierno de Pekín ha comenzado a tomar una postura más activa frente a las protestas. Además de que se ha puesto en marcha la ya nombrada política de arrestos con el objetivo de disuadir a los manifestantes a la hora de acudir a las protestas. El pasado miércoles, la guarnición del Ejército que la República Popular China mantiene en Hong Kong publicó un video en el que se mostraban a soldados entrenándose en tácticas antidisturbios y en el que se podía oír a uno de ellos decir en idioma cantonés: “las consecuencias serán por vuestra cuenta y riesgo”. Ante esta situación los manifestantes han empezado a cambiar sus tácticas durante las protestas, tomando acciones más parecidas a la de guerrilla urbana, como ir cambiando la dirección sobre la marcha o el uso de guijarros sacados del pavimento de las calles, entre otras.
“Nuestra nueva estrategia es movernos rápidamente de un lado a otro para que la Policía no pueda atraparnos, cortando puntos neurálgicos de la ciudad para ejercer más presión sobre el Gobierno”, apuntaba uno de los manifestantes emplazados en primera línea al diario ABC. El propósito de estas acciones es agotar a los miembros de los cuerpos policiales. “Una amiga de mi mujer trabaja como señora de la limpieza en casa de un policía, y el hombre no puede más, quiere dimitir: eso es lo que pretendemos. No es responsabilidad de la Policía dar la cara, es Carrie Lam quien tiene que hacerlo, pero lleva dos semanas desaparecida”, apuntaba otra manifestante al diario El País.
La huelga general de esta jornada servirá como termómetro de la crisis social que vive Hong Kong desde que se iniciaron las protestas contra Lam y contra la denunciada intromisión del régimen chino en la Región Administrativa Especial. La ciudad, antigua colonia británica, conservará su soberanía al margen del gigante asiático, manteniendo sus propias instituciones, hasta 2047 - fecha en la que está prevista la "reunificación de China" - tal y como se comprometió China con el Reino Unido, aunque parece que sus habitantes quieren caminar hacia otra dirección.