Daniel Abascal/Agencias
Pie de foto: Los nepalíes se rebelan ante la policía por la falta de ayuda. / Reuters
La policía antidisturbios nepalí ha tenido que intervenir para contener la ira de miles de personas que quieren irse de Katmandú y no tienen cómo, cuatro días después del terremoto que causó al menos 5.000 muertos.
Agotadas por las réplicas, y ante la ausencia de viviendas y el miedo a que se agoten los alimentos, miles de personas se congregaron antes del alba en la estación para tomar uno de los autobuses especiales prometidos por el gobierno. Al ver que no había autobuses se enfurecieron y estallaron escaramuzas con la policía antidisturbios enviada para intentar controlar la situación.
«Llevamos esperando desde el alba. Nos dijeron que habría 250 autobuses pero no ha llegado ninguno», explica Kishor Kavre, un estudiante de 25 años que quiere marcharse de la capital en ruinas. «Estamos impacientes por regresar a casa para ver a nuestras familias pero no sabemos cuándo vendrán (los autobuses)», contó.
Unos supervivientes cerraron el paso de un camión cargado con bidones de agua antes de subirse a su parte trasera y empezar a tirar botellas a la multitud.
Por su parte, los policías antidisturbios se apostaron tras una alabranda para responder a los hombres armados con palos que se disponían a atacar a autobuses y otros vehículos.
El gobierno admite 'debilidades'
El gobierno reconoció estar desbordado por la amplitud de la catástrofe provocada por el sismo más mortífero de los últimos 80 años.
«Ha habido debilidades en la gestión de las operaciones de socorro», reconoció el ministro de Comunicaciones, Minendra Rijal, en la cadena de televisión nepalí Kantipur. «La catástrofe es tan grande y sin precedentes que no hemos sido capaces de responder a las expectativas de la gente. Pero estamos preparados para reconocer nuestras debilidades, aprender y salir adelante de la mejor manera posible», aseguró.
Las réplicas del terremoto han disminuido considerablemente pero cientos de miles de personas siguen durmiendo en la calle. En las aldeas de difícil acceso los supervivientes están desesperados y piden ser evacuados en cuanto ven un helicóptero de rescate. Más de 5.000 personas murieron en Nepal por el terremoto de magnitud 7,8 ocurrido el sábado y unas 8.000 resultaron heridas. Según la ONU, ocho de los 28 millones de habitantes del país se vieron afectados de una u otra manera por la catástrofe.
Los equipos de rescate siguen buscando este martes víctimas del terremoto en Nepal en las zonas más remotas del país a donde han comenzado a llevar ayuda, tras el temblor del sábado que dejó más de 5.000 muertos y ha afectado a ocho millones de personas. "Nos llegan peticiones de ayuda de todas partes (...) Pero no hemos sido todavía capaces de empezar el rescate en muchas zonas porque nos falta equipamiento y socorristas expertos", ha dicho el primer ministro nepalí Sushil Koirala, que ha admitido que el número de fallecidos podría superar los 10.000.
Por su parte, Rajiv Biswas, economista jefe de la zona de Asia y el Pacífico de la consultora Asia IHS, ha señalado que los esfuerzos de reconstrucción podrían ascender a 5.000 millones de dólares, casi 4.600 millones de euros, que equivalen al 20% del PIB del país.
Tras el el terremoto de magnitud 7,8 muchas zonas del país necesitan agua y comida mientras en Katmandú, la capital, miles de personas toman por asalto las tiendas y las gasolineras.
El balance oficial de víctimas es por ahora de 5.057 personas, 10.915 heridos y más de 454.000 desplazados, según ha informado el Centro Nacional de Operaciones de Emergencia, que depende del Ministerio del Interior. Se trata de la mayor catástrofe en Nepal de los últimos 80 años. El terremoto también afectó a India, donde murieron 73 personas, y la región china de Tíbet, con 25 muertos, según la agencia oficial china Xinhua.
En Nepal, el balance de víctimas podría dispararse una vez los equipos de rescate lleguen a las zonas más remotas del país, como la región Lamjung, a unos 70 kilómetros al oeste de la capital, donde se situó el epicentro y al que todavía no han podido acceder. "Aquí la situación no es buena. Muchos han perdido sus casas. No tienen agua ni comida suficiente", ha dicho Udav Prasad Timilsina, un responsable del distrito vecino de Gorkha.
"No hemos conseguido tratar a los heridos. Necesitamos urgentemente agua, comida, medicinas y tiendas. Los equipos de rescate están llegando pero necesitamos ayuda", ha añadido.
El terremoto también provocó una avalancha en el Everest que sepultó con nieve y rocas una parte del campo base en plena temporada de ascenso, dejando al menos 18 muertos. Estados Unidos confirmó el lunes la muerte de dos estadounidenses y Australia el fallecimiento de una ciudadana del país. Durante la jornada del lunes, varios helicópteros rescataron a los montañeros que todavía estaban atrapados en zonas altas del Everest tras haber evacuado a los del campo base.
Éxodo masivo
En Katmandú, miles de personas empezaron a salir de la ciudad en autobuses abarrotados con gente sentada en el techo que querían volver a sus pueblos de origen. También se veían largas colas en las gasolineras y los supermercados, tomados de asalto para hacerse con productos básicos como arroz o aceite para cocinar.
Las personas que decidieron quedarse en Katmandú durmieron a la intemperie en tiendas improvisadas porque han perdido sus casas o por el miedo a las réplicas si vuelven a sus hogares. "Hay mucho miedo y confusión", explicó Bijay Sreshtha, que cuando se produjo el terremoto huyó de su casa y se fue a un parque junto a su mujer, sus tres hijos y su madre.
Los hospitales y las morgues de la ciudad están llenos y los médicos trabajan sin descanso para atender a las víctimas, muchas de ellas traumatizadas o con fracturas múltiples.
Los equipos de socorro nepalíes tienen el apoyo de centenares de extranjeros que han venido a prestar ayuda desde países como China, India o Estados Unidos
Washington prometió 10 millones de dólares de ayuda y Australia otros 4,7 millones, además de un avión militar que servirá para llevar comida y suministros a las víctimas, una tarea complicada teniendo en cuenta la falta de espacio en el único aeropuerto internacional del país.
El terremoto también supone un duro golpe para la economía de Nepal, uno de los más pobres del mundo, que apenas se estaba recuperando de diez años de una guerra civil que terminó en 2006.
Condolencias de Obama
El presidente estadounidense Barack Obama llamó por teléfono el miércoles al primer ministro de Nepal, Sushil Koirala, y le presentó sus «sinceras condolencias» tras el sismo. Los mandatarios evocaron «los esfuerzos en curso» para responder a este poderoso terremoto de magnitud 7,8, dijo Josh Earnest, portavoz del gobierno estadounidense.
Durante esta conversación, Obama prometió al primer ministro que Estados Unidos haría «todo lo posible» para ayudar al pueblo nepalés. Estados Unidos anunció que aportará 10 millones de dólares en ayuda a Nepal. Por su parte, la ONU lanzó el miércoles un petición de fondos por 415 millones de dólares para ayudar a Nepal. Los socorristas tienen dificultades y la lluvia no les facilita la tarea.
«Hacemos cuanto podemos para llegar al mayor número de lugares posible. El tiempo ha mejorado hoy, así que esperamos poder ayudar a más víctimas», declaró este miércoles el portavoz del ejército, Jagdish Pokharel.
Aparatos de las fuerzas aéreas de varios países, como Estados Unidos, China e Israel su unieron a las operaciones. Pero la ONU indicó que Nepal no deseaba recibir más equipos de socorro extranjeros porque consideraba que ya había suficientes. «Consideran tener suficientes medios para hacer frente a las necesidades inmediatas de búsqueda y de socorro», dijo Jamie McGoldrick, coordinador residente de la ONU para Nepal. «Los que ya estén en camino pueden venir pero pidió al resto que no vinieran», agregó.
El único aeropuerto internacional está congestionado, lo que dificulta la llegada de equipos de socorro y de material. Nepal, como toda la cordillera del Himalaya, está situado en el punto de contacto entre las placas tectónicas euroasiática e india, una zona de fuerte actividad sísmica.