Autonomía, mesas redondas y el fin de las utopías

Ignacio Ortiz ante la ONU
Ignacio Ortiz ante la ONU
Intervención en el 79° Período de Sesiones (2024), Política Especial y de Descolonización (IV Comisión) de Naciones Unidas 

En primer lugar, quería destacar la reciente noticia por la que el presidente de Canarias reconocía oficialmente, en representación del territorio que gobierna y sus habitantes, la propuesta de autonomía marroquí como solución al diferendo saharaui. 

Cierto es que pertenece a un partido (Coalición Canaria) que incluso participó en esta comisión recientemente en apoyo al Frente Polisario (2022). Pero nunca es tarde para que las veletas políticas se muevan en la dirección correcta. 

El Frente Polisario lleva décadas respaldado y acogido dentro de sus fronteras, con permanente apoyo militar, político y diplomático por parte de su país anfitrión, Argelia. Sin embargo, este grupo armado obstaculiza e impide de forma constante cualquier solución pacífica a este diferendo. Tras casi medio siglo, continúan secuestrando la posibilidad de una paz y seguridad duradera en el norte de África. 

Igualmente, debemos recordar que los habitantes de los campamentos no son más que peones en su juego político, encarcelados en el inhóspito desierto, sufriendo a diario unas condiciones imposibles de soportar y privados de una vida digna, tal y como la que disfrutan los saharauis que prosperan en el Sáhara marroquí. Y todo esto ocurre siempre bajo el control del grupo armado polisario y de los intereses del Estado que les acoge. 

Así, en materia de Derechos Humanos debemos recordar como Amnistía Internacional señaló en más de una ocasión que los campamentos de refugiados de Tinduf son opacos a un escrutinio sobre esta cuestión. Por otro lado, Human Rights Watch señaló que “recibieron señalamientos creíbles de la persecución de algunos disidentes por parte de las autoridades, y que se infringieron los derechos de civiles que fueron juzgados en tribunales militares”. 

La violencia política y física contra la disidencia, los ultrajes y vulneraciones de derechos a las mujeres que participaron en el programa Vacaciones en Paz, o el demencial e intolerable uso de niños soldado, incluso delante del enviado especial Staffan de Mistura durante una de sus visitas son solo algunos de estos ejemplos. 

En esta situación de anarquía, la población de los campamentos vive ajena a cualquier posibilidad de amparo legal o judicial antes las violaciones de derechos que sufren. El propio líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, es responsable de muchas de estas violaciones, con la connivencia de sus apoyos en el extranjero, los cuales miran para otro lado con una repugnante doble moral. 

En resumen, asistimos a cómo Argelia delega su autoridad de forma irresponsable, y bajo el desprecio a su propia soberanía, a una milicia armada con un amplio historial de violaciones de DDHH y trufado de acciones terroristas cuyas víctimas aún esperan reparación frente al olvido, especialmente en España y particularmente en Canarias. 

En el informe de la oficina antifraude de la UE (OLAF), se citaba que “ni el país anfitrión ni el Polisario han aceptado que un recuento de la población de los campos sea efectuado por las organizaciones internacionales, a pesar de las demandas formales hechas por parte del alto comisario para los refugiados de la ONU en 1977, 2003 y 2005, y hasta la fecha de hoy no se ha cumplimentado dicho requerimiento”. 

Un rechazo a censar la población que tiene por objeto ocultar la población real, cuyos datos actuales son estimativos y están “inflados” por el Polisario. Esto es debido a que la ayuda humanitaria desviada a la que se refiere la propia OLAF se otorga en función de los datos poblacionales. Cuanta más población más ayuda, cuanta más ayuda, más desvío y, por ende, más corrupción. 

Esta malversación, posibilitada por la negativa del Polisario y Argelia a autorizar el censo de población de los campamentos de Tinduf, ha permitido el enriquecimiento personal de muchos dirigentes del Polisario y el mantenimiento de un confortable nivel de vida para ellos y sus familias fuera del territorio, mientras que la gran mayoría de la población soporta una vida dura, sin libertad y sin esperanza. 

Asimismo, es por todos sabido la amenaza terrorista en la zona del Sahel, siendo en la actualidad un problema cada vez más extenso, donde la inestabilidad política y las difíciles condiciones sobre el terreno facilitan un continuo trasvase de elementos terroristas, debido a la permeabilidad de las fronteras de los países implicados. La permanencia del Polisario en esta ecuación, y la eternización de este diferendo, sin duda contribuye a dicha inestabilidad en la zona. 

En este mundo de hoy frágil, tenso y de escenarios bélicos impredecibles, es ineludible que se solvente este problema de forma inmediata. La propuesta de autonomía no solo es un potencial enfoque, es una realidad incontestable que muchos venimos defendiendo desde su origen allá por 2007. Para ello es imperioso retomar las mesas redondas con la participación de todas las partes, en particular de Argelia, como único marco de para culminar este proceso, de conformidad con la resolución 2703 del Consejo de Seguridad de 30 de octubre de 2023. 

Es hora de dejar atrás esta situación de inestabilidad tras medio siglo persiguiendo utopías basadas en manipulaciones históricas creadas interesadamente por unos pocos. Hay que salvar el presente y construir el mejor futuro posible. La autonomía no solo pondrá fin a décadas de sufrimiento, también reunificará y reconciliará a las familias en su tierra de origen. La paz, la concordia y la prosperidad están por fin a la vista en el horizonte, no dejemos que se entierren en la arena bajo las promesas inalcanzables de unos pocos. 

Ignacio Ortiz Palacio, presidente del Fórum Canario Saharaui