¿Pueden los musulmanes convivir en el Occidente? (I)

Comunidad Ahmadía
Comunidad Ahmadía

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Quinto Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía. 

(Este discurso fue pronunciado en la Mezquita Baitur-Rashid Mosque, en Hamburgo, Alemania, en el año 2012). 

Bismil-lahi-Rahmani-Rahim:   En el nombre de Al’lah, el Clemente, el Misericordioso. 

Distinguidos invitados: Assalamu Alaikum wa Rahmatul’lahi wa Barakatuhu: ¡que la paz y las bendiciones de Al’lah sean con todos ustedes! 

En primer lugar quisiera expresar mi gratitud a todos los asistentes que han aceptado nuestra invitación para acudir a este evento. Afortunadamente, muchos de ustedes están familiarizados con la Comunidad Musulmana Ahmadía o tienen antiguos lazos de amistad con los musulmanes áhmadis. Tengo la seguridad de que aquellos que han conocido recientemente a la Comunidad Ahmadía habrán desarrollado un verdadero deseo de aprender más sobre esta Yama’at. Su asistencia hoy aquí, muestra su convicción de que no hay peligro o amenaza en conocer y mantener contacto con los musulmanes áhmadis, como tampoco hay riesgo alguno en asistir a sus mezquitas. 

La verdad es que en el clima actual, donde la mayoría de noticias y artículos sobre el Islam son extremadamente negativos, aquellos de ustedes que no son musulmanes, fácilmente podían haber llegado a la conclusión de que visitar una mezquita áhmadi es un hecho que podría resultarles perjudicial o causarles algún tipo de daño. Sin embargo, como ya he dicho, vuestra participación en este evento es muestra de que no existe aprensión hacia los musulmanes áhmadis, y no se les considera una amenaza; lo cual, a su vez, indica que se valora a los áhmadis, que se cree que son gente sincera y decente, al igual que la mayoría de ustedes y una gran parte de la población. 

Al mismo tiempo tampoco descarto la posibilidad de que entre los aquí presentes pueda haber un reducido número de personas que puedan albergar inquietudes sobre las posibles consecuencias negativas al asistir a este evento. Es posible que haya gente que se pregunte si no estará sentada a lado de una persona con mentalidad o tendencias extremistas. Si alguno de ustedes experimenta esta desconfianza, le ruego encarecidamente que la aleje con rapidez de su corazón, ya que velamos por la seguridad de todos, estamos muy atentos a este respecto, y si, por casualidad, algún extremista intentara entrar en la mezquita, o tan siquiera acceder a la zona, tomaríamos firmes medidas para expulsarle del edificio. Por lo tanto, permanezcan tranquilos, pues están en buenas manos. 

En efecto, la Yama’at Ahmadía [Comunidad Musulmana Ahmadía] es una comunidad tal, que si en un momento dado, uno de sus miembros adoptara tendencias extremistas, o violara la ley o destruyera la paz, este individuo sería expulsado automáticamente de la Comunidad. Consideramos nuestro deber mostrar firmeza en este aspecto, pues sentimos un respeto absoluto a la palabra “Islam”, que literalmente significa “paz” y “seguridad”. Nuestra Comunidad representa, por lo tanto, la verdadera imagen de la palabra “Islam”. De hecho, el concepto auténtico y también la evolución del Islam fueron profetizados por el Fundador del Islam hace más de 1400 años. El Santo Profeta Muhammad (lpbD) dijo que llegaría un momento en el que la gran mayoría de los musulmanes se olvidarían de las enseñanzas puras y reales del Islam. Y de acuerdo con dicha profecía, en aquel momento, Al’lah enviaría a una persona en calidad de Reformador, Mesías y Mahdi, cuya finalidad sería restablecer el verdadero Islam en el mundo. 

Nosotros, los miembros de la Comunidad Musulmana Ahmadía, creemos que el Fundador de nuestra Comunidad, Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadián (India), es la persona enviada por Dios en cumplimiento de esta profecía. Gracias a Dios, esta Comunidad ha prosperado y en la actualidad se haya extendida en todo el mundo a lo largo de 202 países. En cada uno de estos países, tanto la población local como las diferentes etnias han aceptado a la Comunidad Ahmadía, y se puede constatar cómo nuestros fieles siguen desempeñando sus roles como ciudadanos leales de sus respectivos países, sin encontrar ningún conflicto entre su amor hacia el Islam y el amor hacia su país. De hecho, estas dos lealtades están entrelazadas y unidas entre sí. Los musulmanes áhmadis, dondequiera que residen, se cuentan entre los ciudadanos más respetuosos de la ley de cada nación, y ciertamente puedo afirmar, sin lugar a dudas, que estas cualidades se dan en la gran mayoría de los miembros de esta Comunidad. 

Debido a estas cualidades, cuando los musulmanes áhmadis emigran de un país a otro, o cuando la población local se une a la Comunidad Ahmadía, no tienen ningún problema en cuanto a su integración en las nuevas sociedades, como tampoco a la hora de desempeñar su papel en relación con la promoción de los intereses a gran escala de sus países de acogida. Dondequiera que vayan, los musulmanes áhmadis, amarán a su país de residencia como verdaderos ciudadanos, dedicando sus vidas a la búsqueda activa del mejoramiento y el progreso de la nación. El Islam nos enseña a vivir de esta manera, y, de hecho, no aboga simplemente a favor de esta idea sino que nos determina a ser absolutamente leales y entregados a nuestro país de residencia. De hecho, el Santo Profeta Muhammad (lpbD) hizo especial hincapié en que el amor a la nación es parte de la fe de un verdadero musulmán. Cuando amar a tu país es un elemento básico del Islam, ¿cómo puede un verdadero musulmán mostrar deslealtad o traición a su país renunciando de esta manera a su fe? En todos nuestros eventos principales, tiene lugar una ceremonia en la que todos los miembros de la Comunidad Ahmadía, ya sean hombres, mujeres, niños o ancianos, se alzan y hacen una promesa tomando a Dios por testigo. En esa promesa se comprometen a renunciar a sus vidas, a la riqueza, al tiempo y al honor, no sólo por su religión, sino también por el bien de sus naciones y países. Por lo tanto, ¿qué ciudadano podría llegar a ser más leal que aquellas personas a quienes se les recuerda constantemente que han de servir a su país y que reafirman repetidamente su compromiso de estar siempre dispuestos a sacrificar todo por el bien de su fe, país y nación? 

La mayoría de los musulmanes proceden de Pakistán, Turquía u otros países asiáticos. Por tanto, podría surgir la duda, aquí en Alemania, en la mente de algunas personas, de si llegado el momento en que estas personas tuvieran que hacer sacrificios por sus naciones, ¿no darían acaso preferencia a sus países de origen antes que a Alemania? A este respecto, debo aclarar y explicar que cuando una persona adquiere la nacionalidad alemana o la nacionalidad de cualquier país, entonces se convierte en un ciudadano de pleno derecho de esa nación. Ya he presentado previamente este concepto a principios de este año, cuando pronuncié un discurso en la sede de Ejército alemán, en Koblenz. Expliqué, en base a las enseñanzas islámicas, lo que debería suceder si se presenta una situación en la que Alemania estuviera involucrada en una guerra con el país de origen de un inmigrante que se ha convertido en ciudadano alemán. Si el inmigrante siente simpatía hacia su país de origen y piensa que existe el riesgo de que pueda causar algún daño a Alemania, entonces esa persona debe renunciar inmediatamente a su ciudadanía o estatus migratorio, y regresar a su país natal. Sin embargo, si decide quedarse, entonces el Islam no permite ninguna forma de deslealtad hacia el país donde reside. Esta es una enseñanza absoluta e inequívoca. El Islam no tolera ninguna forma de comportamiento rebelde por parte de ningún ciudadano en contra de su nación, ni tampoco permite perjudicarla de ninguna manera, ya sea esta su nación adoptiva o de cualquier otro tipo. Si una persona actúa en contra de su nación adoptiva o le causa algún perjuicio, entonces debe ser tratado como enemigo del Estado, traidor, y castigado de acuerdo con las leyes del país. Esto deja clara la situación de un inmigrante musulmán en cualquier país. Para el caso de un alemán local, o el de cualquier persona de cualquiera nacionalidad que se convierta al Islam queda perfectamente claro que no tiene otro camino que el de mostrar lealtad absoluta a su nación.  

Otra pregunta que a veces se plantea es: ¿qué medidas deberían adoptar los musulmanes que viven en Occidente cuando un país occidental inicia una guerra contra una nación musulmana? Para responder a esta pregunta, debo, en primer lugar, mencionar que el Fundador de nuestra Comunidad, el Mesías Prometido (lpD), explicó que en la actualidad nos hallamos en una época donde las guerras religiosas han llegado a su fin. Durante el curso de la historia, en ocasiones tuvieron lugar guerras o batallas entre los musulmanes y personas de otras religiones. Y en estas batallas la única meta para los no musulmanes era matar a los musulmanes y acabar con el Islam. 

En la mayoría de las primeras guerras, los no musulmanes tomaron la iniciativa de forma agresiva, por lo que los musulmanes no tuvieron otro remedio que defenderse a sí mismos y defender su religión. Sin embargo, el Mesías Prometido (lpD) explicó que tales circunstancias ya no existen hoy en día, puesto que no hay gobiernos que estén declarando guerras en un intento por acabar con el Islam; existiendo, por el contrario, una gran libertad religiosa en la gran mayoría de los países occidentales, así como también en los países no-musulmanes. Nuestra Comunidad está extremadamente agradecida de que exista tal libertad religiosa, que está permitiendo a los musulmanes áhmadis propagar el mensaje del Islam en estos países no musulmanes. Y esto a su vez nos permite presentar las verdaderas enseñanzas del Islam, de paz y armonía, en el mundo occidental. Ciertamente, gracias a esta libertad y tolerancia religiosa, yo soy capaz de estar hoy frente a ustedes y presentarles el verdadero Islam, quedando así demostrado que en la actualidad no hay ningún tipo de guerra religiosa.  

(lpbD) – que la paz y las bendiciones de Dios sean con él. 

(lpD) – que la paz sea con él. 

(Continuaremos este discurso en la siguiente entrega: “¿Pueden los musulmanes convivir en el Occidente? (II)”).