El viernes, el líder del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) , Fayez Sarraj, anunciaba un alto el fuego inmediato y el fin de todas las hostilidades con las autoridades que controlan el este del país y la celebración de elecciones en marzo. Además, llamó a la desmilitarización de Sirte y Jurfa, centros de los esfuerzos internacionales para romper el estancamiento en el que está el conflicto libio. Este anuncio de cese de la violencia fue recogido con entusiasmo por Naciones Unidas, Estados Unidos, Egipto, Grecia, Argelia, Reino Unido, Italia, Jordania, Alemania y la Liga Árabe, entre otros.
La Unión Europea, a través de su alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, expresó el apoyo al acuerdo de alto el fuego. En un comunicado emitido en nombre de la UE, Borrell describió el acuerdo como un “paso constructivo” y elogió a los líderes libios por la determinación que mostraron para superar el estancamiento actual. “Apoyamos plenamente el acuerdo en torno a los principios para el cese inmediato de todas las actividades militares en Libia, requiriendo la salida de todos los combatientes y mercenarios extranjeros presentes en Libia, y reanudar el proceso de negociación en el marco del proceso de Berlín dirigido por la ONU”, dijo el máximo diplomático de la UE.

El secretario general de la ONU, António Guterres, acogió con beneplácito el llamamiento para un cese de las hostilidades y espera que “sean respetados inmediatamente por las Fuerzas Armadas de ambos lados”, dijo el portavoz de la ONU Stephane Dujarric. El desarrollo de este alto el fuego podría marcar un antes y un después en la guerra libia ante el creciente temor de una nueva escalada con el aumento de la movilización de las Fuerzas Armadas en Sirte, puerta de entrada a la exportación de petróleo.
Esta tregua, también fue acordada por un aliado del general Jalifa Haftar, que controla gran parte del este y sur de Libia. Aguila Saleh, presidente del Parlamento con sede en el este, que apoya a Haftar, anunció un alto el fuego. Saleh llamó a todas las partes, a través de un comunicado, a “un alto el fuego inmediato ante las condiciones económicas del país y la propagación de la COVID-19”. “El alto el fuego permitirá la salida de los mercenarios y el desmantelamiento de las milicias”, agregó el presidente de la Cámara de Representantes.

Aunque, según señala Al-Jazeera, algunas facciones de apoyo a Haftar han negado tal apoyo al cese de las hostilidades. El portavoz del Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés), Ahmed al-Mesmari, en una conferencia de prensa dijo este domingo que Haftar no tomaba en consideración el alto el fuego al verlo como un truco de “marketing”. La justificación de esta decisión, según Al-Mesmari, está en que las fuerzas del GNA se estaban movilizando alrededor de las líneas del frente en el centro del país. “Hay una acumulación militar y la transferencia de equipo para apuntar a nuestras fuerzas en Sirte”, apuntó el portavoz del LNA.
Al-Mesmari señaló que las fuerzas del LNA se encuentran en posición de combate para derrotar al terrorismo que “se está expandiendo en Libia bajo el patrocinio internacional”. Mientras, el sábado, el Alto Consejo de Estado de Libia, un órgano asesor del GNA, rechazó cualquier diálogo con Haftar. En un comunicado, incidió en la necesidad de trabajar seriamente para poner fin al “estado de insurgencia” en el país, a través de un alto el fuego inmediato y la necesidad de permitir que el Gobierno tome el control de todo el territorio libio.
Las declaraciones de bienvenida a este cese de las hostilidades momentáneo que se recibieron a nivel internacional no han sido tal a nivel interno. Dentro de las filas de Haftar parece que no hay un consenso sobre secundar o no el alto el fuego declarado por Sarraj. Abdullah al-Rifadi, líder del partido Frente Nacional, asociado al Frente Nacional para la Salvación de Libia, consideró que la declaración de Sarraj no fue consultada por el Consejo Supremo del Estado, ni siquiera el Consejo Presidencial y el Gobierno.

Estas posiciones han aumentado los temores de que la iniciativa de un alto el fuego y la celebración de elecciones en marzo sean echadas por tierra y lleven a un regreso al campo de batalla. Ambos bandos en la guerra civil de Libia cuentan con apoyo internacional: Naciones Unidas, Estados Unidos, Turquía, Italia y Qatar se encuentran entre los que se ponen del lado del GNA en Trípoli, mientras que Rusia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos respaldan al general Haftar.
Desde el derrocamiento y asesinato del antiguo gobernante, Muamar El Gadafi en 2011, Libia está dividida en grupos políticos y armados rivales. El país, rico en petróleo, permanece profundamente dividido y ambas partes se han acusado mutuamente de violar las treguas y los embargos de armas anunciados por Naciones Unidas. En junio, las fuerzas del GNA recuperaron el control total de Trípoli, gracias, sobre todo al acuerdo de cooperación militar que el Gobierno de Sarraj firmó con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. Este alto el fuego se produce en medio de un bloqueo continuo de las exportaciones de petrolero, principal fuente de ingresos del país.