José Antonio Zorrilla: “Turquía jamás romperá con Occidente porque no quiere quedarse sola frente a Rusia”

José Antonio Zorilla, diplomático, embajador y cónsul en Moscú entre 2004 y 2008 -también lo fue en Shangái y Moscú- fue entrevistado en el programa de Atalayar en Capital Radio que se emitió el lunes 20 de julio de 22:05 a 23:00. El diplomático español abordó la situación en Rusia, que actualmente sufre el azote de tres crisis: las protestas internas contra el presidente Vladimir Putin tras el referéndum del pasado 1 de julio que le permite perpetuarse en el poder hasta el año 2036; las oscilaciones en el mercado petrolero y el impacto de la pandemia del coronavirus. También ofreció un interesante repaso de la geopolítica que rodea a la Rusia de Putin.
¿Qué problema le preocupa más a Vladimir Putin: las protestas internas contra la Presidencia o los precios del petróleo?
El tema estratégico crítico para Rusia es el petróleo. Esto ya viene de atrás: la hegemonía, o la supuesta hegemonía de la Unión Soviética de antes y ahora de Rusia se topa con enormes problemas de fuerza tecnológica. Le faltan muchísimos elementos que sí tiene Estados Unidos que le permiten ser dominante en el mundo, como la exportación de alta tecnología. Como Rusia no los tiene, vive de la exportación de productos puramente primarios, básicamente de gas y petróleo. En el momento en el que, por ejemplo, el precio del barril del petróleo rondase los 20 dólares o menos, tendríamos que meter a Rusia en el Programa Mundial de Alimentos.
Paralelamente, continúan las acusaciones contra Rusia. Por ejemplo, la semana pasada, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá acusaron al Kremlin de haber intentado robar datos de la vacuna del coronavirus por medio de hackers, y de haber emprendido una “guerra sucia”… ¿Qué le parece?
Me parece totalmente factible y no me sorprende nada, como que tampoco me sorprende que lo haga China. Estas son las reglas del juego. Pero esto no nos debe de llevar a una situación de desesperación, sino a una política de introspección. Tenemos que abordar la manera en la que nos defendemos de esos ataques. Europa está llena de carros de combate, militares o satélites, pero ¿no sería más razonable atajar el problema de otra manera? La verdad es que no entiendo que tiene que ver el despliegue militar europeo actual con la defensa de nuestros intereses. Es una guerra donde el ataque y la defensa son asimétricos: no hay una enorme preocupación por el tema del hackeo, pero sin embargo sí la hay porque nos puedan invadir, aunque es bastante inverosímil que Rusia pueda atreverse a intentar invadir Europa occidental. De la Unión Soviética no me queda duda de que sí lo hubieran hecho y, además, parece históricamente demostrado que estuvieron a punto de hacerlo dos o tres veces, pero la Rusia de Putin de ninguna manera. Por lo tanto, una de las soluciones podría ser la contratación de grandes ingenieros de software que fueran capaces de defendernos de los ciberataques.
La Guerra Fría que estamos sufriendo en los últimos años se debe a una situación complicada en Ucrania, con la anexión de Crimea y posterior respuesta de la UE con sanciones que elevaron las tensiones entre los dos bloques…
Esto es la médula misma de la estrategia de supervivencia rusa. A partir del siglo XVII, Rusia se define como un gran poder, como una gran potencia euroasiática, y eso depende, sobre todo, de que tiene el control de lo que en su día fue la confederación polaco-lituana más lo que cubre hoy Bielorrusia, los Bálticos y Ucrania. Pero también tiene la fachada asiática, que va a extenderse durante el siglo XIX. Todo esto ha sido siempre vital para Rusia, porque, en primer lugar, le garantiza tener una vertiente europea además de una asiática y, en segundo lugar, porque es el corredor, por donde entraron todos: Napoleón, Hitler… Lo que provocó que Rusia se pusiera muy nerviosa, un nerviosismo que fue creciendo con las visitas de Joe Biden, las revoluciones de colores, etcétera. Fueron como ponerle a Rusia “banderillas de fuego”, que ya las tenía por la expansión de la OTAN. Entonces, como Rusia es débil, más de lo que se cree, la manera que tiene de defenderse es el hackeo y los conflictos congelados que, en el caso de Ucrania, toma la forma del Donbass; o en el Cáucaso con Nagorno Karabaj y Georgia.
Además, Rusia quiere garantizarse la salida al Mediterráneo con la base de Tartus en Siria, el amor-odio con Turquía y los gasoductos y ahora Libia. Oriente Medio se ha convertido para Moscú en una zona de especial interés estratégico.
Rusia no tiene aguas calientes, por eso Abjasia y Crimea eran tan importantes para sus intereses. Cada metro de ribera caliente del mar Mediterráneo o del mar Negro cuenta. Un metro ya es estratégico. Siria es vital también porque tiene base militar, aérea y marítima. Sobre lo de Turquía, me atrevería a hacer una profecía: pase lo que pase, Turquía no va a romper con Occidente porque no quiere quedarse sola frente a Rusia. Eso no sucederá jamás.