El Líbano: entre el desarme de Hezbolá y el riesgo de una nueva guerra civil

La creciente presión internacional choca con las profundas divisiones internas del Líbano, atrapado entre un diálogo estancado y la amenaza de un conflicto armado
<p>Miembros de Hezbolá asisten al funeral de Ali Mohamed Chalbi, miembro de Hezbolá, tras la detonación de radios portátiles y buscapersonas utilizados por Hezbolá en todo el Líbano, en Kfar Melki, Líbano, 19 de septiembre de 2024 - REUTERS/AZIZ TAHER&nbsp;</p>
Miembros de Hezbolá asisten al funeral de Ali Mohamed Chalbi, miembro de Hezbolá, tras la detonación de radios portátiles y buscapersonas utilizados por Hezbolá en todo el Líbano, en Kfar Melki, Líbano, 19 de septiembre de 2024 - REUTERS/AZIZ TAHER 

El Líbano enfrenta una encrucijada crítica respecto al desarme de Hezbolá, una cuestión que ha dividido a la clase política y amenaza con fracturar la ya frágil cohesión social, generando fuertes tensiones con la comunidad internacional.

Esta presión externa, especialmente desde Estados Unidos, aumenta sobre Beirut para que adopte medidas decisivas que limiten el poderío militar de la milicia chií respaldada por Irán. Sin embargo, cualquier intento de desarme en el contexto actual podría tener consecuencias devastadoras en un país que atraviesa la peor crisis económica de su historia reciente.

Las opciones que tiene el Líbano son pocas y complejas: optar por una confrontación directa que podría aumentar las tensiones sociales o insistir en un diálogo que, hasta ahora, no ha arrojado resultados concretos. En este sentido, el presidente Joseph Aoun, en declaraciones recientes a una delegación del Grupo de Trabajo estadounidense para el Líbano, subrayó la importancia del diálogo como vía para resolver el problema del armamento no estatal. “Los problemas se resuelven a través de la comunicación. Hezbolá sigue siendo un componente libanés”, afirmó, intentando equilibrar la presión internacional con la realidad que enfrenta el país. 

Estas declaraciones reflejan tanto el peso de las demandas externas como las limitadas herramientas con las que cuenta el Estado libanés para afrontar esta profunda crisis, ya que Hezbolá no solo es una fuerza armada con un gran arsenal, sino también un actor político de gran influencia que cuenta con un importante apoyo dentro de la comunidad chií que lo percibe como la única fuerza que puede hacer frente a Israel.

No obstante, la reciente guerra entre Israel y Hezbolá, que resultó en la eliminación de varios altos mandos de la organización, incluido su líder Hassan Nasrallah, ha puesto en entredicho las capacidades del grupo respaldado por Teherán.

Ceremonia fúnebre pública por los difuntos líderes de Hezbolá, Hassan Nasrallah y Hashem Safieddine, quienes murieron en ataques aéreos israelíes el año pasado, en el Estadio de la Ciudad Deportiva Camille Chamoun, en las afueras de Beirut, Líbano, el 23 de febrero de 2025 - REUTERS/ THAIER AL-SUDANI
Ceremonia fúnebre pública por los difuntos líderes de Hezbolá, Hassan Nasrallah y Hashem Safieddine, quienes murieron en ataques aéreos israelíes el año pasado, en el Estadio de la Ciudad Deportiva Camille Chamoun, en las afueras de Beirut, Líbano, el 23 de febrero de 2025 - REUTERS/ THAIER AL-SUDANI

Una opción militar contra Hezbolá, aunque haya sido propuesta por algunos sectores, sería desastrosa. Hezbolá no es simplemente una milicia, es una de las fuerzas armadas más poderosas del país. Un conflicto abierto con el grupo podría hundir nuevamente al Líbano en una guerra civil similar a la vivida entre 1975 y 1990, cuando el país quedó dividido entre facciones sectarias, y actores regionales e internacionales jugaron papeles determinantes en el conflicto.

De hecho, varios analistas subrayan que las condiciones actuales recuerdan al periodo previo a la guerra civil: proliferación de armas, polarización política y una creciente influencia de potencias extranjeras.

En este contexto, el ejército libanés se encuentra en una posición complicada. A pesar del respaldo de la comunidad internacional, cualquier intento de desarmar a Hezbolá por la fuerza podría dividir aún más a la población y agravar la crisis institucional. El investigador y exasesor del Congreso estadounidense, Walid Phares, advirtió que una escalada militar “podría desembocar en una devastadora guerra civil que solo beneficiaría a los enemigos del Líbano”.

<p>Los legisladores libaneses se sientan en el parlamento el día que votan para elegir un presidente, en Beirut, Líbano, el 9 de enero de 2025 - REUTERS/ MOHAMED AZAKIR<br />
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Los legisladores libaneses se sientan en el parlamento el día que votan para elegir un presidente, en Beirut, Líbano, el 9 de enero de 2025 - REUTERS/ MOHAMED AZAKIR

Ante ese escenario, el diálogo sigue apareciendo como la única solución aceptable, aunque llena de obstáculos. Hezbolá ha dejado claro que no aceptará entregar sus armas salvo como parte de un plan estratégico nacional que garantice la defensa del país. Y mientras la comunidad internacional insiste en la eliminación de armas ilegales, las divisiones internas dificultan aún más cualquier avance.

Adel Abdullah, profesor de ciencias políticas en la Universidad Árabe de Beirut, explica a Al-Arab que “el diálogo puede ser la única opción para evitar una escalada, pero sin garantías reales, ya que no es probable que Hezbolá acepte los términos del desarme”.

Algunas voces dentro del Parlamento, como el diputado Ghassan Hasbani del bloque República Fuerte, insisten en que el ejército debe asumir la tarea de desarmar a Hezbolá, incluso por la fuerza si fuera necesario. Sin embargo, advierten que externalizar esta labor a actores extranjeros —como Israel o Siria— sería inaceptable para cualquier libanés por razones de soberanía nacional.

<p>El general del ejército del Líbano, Joseph Aoun - REUTERS/ MOHAMED AZAKIR<br />
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El general del ejército del Líbano, Joseph Aoun - REUTERS/ MOHAMED AZAKIR

A pesar de todo, el gobierno aún no ha presentado un plan claro ni un calendario concreto para cumplir con su promesa de desarme. La falta de consenso dentro del gabinete refleja las profundas divisiones existentes. Ya en 2006, un diálogo nacional intentó abordar la cuestión, sin éxito. El debate quedó suspendido tras el estallido de la guerra de julio de ese mismo año, y desde entonces, la cuestión del desarme permanece sin resolución.

Mientras las autoridades libanesas, junto con la comunidad internacional, intentan resolver el problema del armamento de Hezbolá, el país sigue sumido en una profunda inestabilidad política y una prolongada crisis económica que arrastra desde hace años.