El político hebreo que durante más tiempo ha ostentado el cargo de primer ministro alcanza la mayoría parlamentaria que le permitiría formar Gobierno

Netanyahu recupera el poder en Israel gracias al auge de la derecha radical

AFP/ RONALDO SCHEMIDT - El ex primer ministro de Israel y líder del partido Likud, Benjamin Netanyahu, se dirige a sus partidarios en la sede de la campaña en Jerusalén a primera hora del 2 de noviembre de 2022, tras el final de la votación para las elecciones nacionales

La carrera política de Benjamín Netanyahu parecía amortizada cuando el pasado 13 de junio de 2021 una mezcla heterogénea de ocho partidos de distinto signo formó una impensable coalición de Gobierno para apearle del poder. Pero, en realidad, el líder conservador nunca renunció a él. Presionó, medró y tejió nuevas alianzas a la espera de la caída del frágil Ejecutivo liderado por el tándem Bennett-Lapid. Aguardó su momento y el tiempo recompensó su obstinación con una nueva oportunidad en las urnas que no parece haber desaprovechado. 

Salvo hecatombe, ‘Bibi’, como es apodado cariñosamente por sus seguidores, revalidará el cargo que ha ocupado durante 15 años, 12 de ellos consecutivos. El político israelí más influyente quizá desde el fundador de la patria, David Ben-Gurión, acaricia su tercer ascenso a la jefatura del Gobierno tras las elecciones del 1 de noviembre, las quintas en menos de cuatro años. Los sondeos a pie de urna otorgaron una tímida mayoría al bloque de la derecha, encabezado por el propio Netanyahu, de 73 años, siempre al frente del conservador Likud. 

Likud

Pero con casi el 90% de los votos escrutado, el respaldo de las urnas parece mucho más contundente. El Likud amasaría 32 escaños, ocho por encima del centrista Yesh Atid (en español, Hay Futuro), la plataforma del primer ministro interino Yair Lapid. En tercera posición se consolidaría con 14 asientos en la Knesset el ultranacionalista Sionismo Religioso, socio preferente de Netanyahu, que ha registrado un ascenso meteórico de ocho escaños en comparación con los últimos comicios. Por detrás, algo más insustancial de lo esperado, se sitúa la lista Unidad Nacional del ministro de Defensa, Benny Gantz, el único puente entre bloques. 

El sector de la derecha obtendría en torno a 65 de las 120 plazas de la Knesset, holgadamente por encima del número mágico de 61 que marca la mayoría parlamentaria. A los escaños del Likud y Sionismo Religioso se sumarían los 11 del ultraortodoxo sefardí Shas y los ocho del Judaísmo Unido de la Torá. Por el otro lado, el liberal Yesh Atid de Lapid aglutinaría a la oposición sumando 45 asientos en la Knesset, más los 10 escaños conseguidos por las formaciones árabes islamistas, divididas esta vez en tres candidaturas. 

Yair Lapid

En contraposición con Netanyahu, Lapid se ha convertido este miércoles en el jefe de Gobierno que durante menos tiempo ha ocupado el cargo. El exboxeador, actor y popular presentador de televisión ha durado apenas cuatro meses en el poder, oficialmente desde el pasado 1 de julio, cuando dimitió su socio derechista Naftali Bennett, con quien acordó turnarse el cargo para sellar el acuerdo de coalición. Ha sido poco tiempo, en el que ha compaginado la jefatura del Gobierno con la cartera de Exteriores, pero cuenta con varias conquistas en su haber. La última, el acuerdo histórico de delimitación marítima con el Líbano sellado cinco días antes de la votación. 

“Esta noche durará dos días, esto no habrá terminado hasta que se cuente el último voto”, trasladó Lapid a sus acólitos desde su búnker de campaña en Tel Aviv. En realidad, el resultado estaba prácticamente cerrado y el mandato de las urnas era para entonces incontestable. De hecho, el todavía primer ministro ha cancelado este miércoles su participación en la cumbre del clima COP27, cuyo inicio está fijado este 6 de noviembre. El presidente Isaac Herzog representará a Israel. 

Elecciones Israel

La tasa de participación superó el 71,3% y registró su cifra más elevada desde las elecciones de 2015, de acuerdo con los datos del Comité Electoral Central. No hizo mella que fueran los cuartos comicios desde 2019 en el electorado israelí, altamente movilizado para una votación que se adivinaba determinante para dejar atrás el dilatado bloqueo político. 

Los militantes del Likud empezaron a celebrar en la noche del martes, mucho antes de la finalización del recuento. Faltaba por conocerse el sentido de los votos en algunos bastiones liberales y en determinadas localidades de mayoría árabe, pero no ha habido sorpresas. Sobre el papel, los resultados definitivos no estarán cerrados hasta la última hora del jueves o la primera del viernes. En la práctica, el retorno del ex primer ministro es un hecho consumado. Herzog, a quien derrotó precisamente en las elecciones de 2015, se prepara para hacerle el encargo de formar Gobierno. 

Bennett Lapid

Las elecciones han sido en realidad un plebiscito sobre Netanyahu. Es una figura divisiva y polarizadora que vertebra desde hace décadas la política nacional. El hasta ahora líder de la oposición arrastra varios casos de corrupción por presunto soborno, fraude y abuso de confianza por los que no ha respondido y que niega taxativamente. Además, ha perdido la confianza de innumerables socios de Gobierno por sus juegos de poder. Desde Gantz hasta Bennett, pasando por Lapid, quien ejerció como ministro de Finanzas en su tercer gabinete. 

En esta ocasión ‘Bibi’ ha recuperado el control con la ayuda inestimable de la derecha radical y las tradicionales plataformas ultraortodoxas. Formará, en principio, el Gobierno israelí más escorado a la derecha de su historia con la participación de las dos cabezas visibles de la lista Sionismo Religioso, Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir. Este último, heredero declarado del kahanismo, una corriente política proscrita en Israel por sus posiciones abiertamente racistas contra la población árabe musulmana, quiere el Ministerio de Seguridad Pública. Tiene antecedentes penales. 

Itamar Ben-Gvir

Netanyahu llamaba a “rebajar las llamas del discurso público, reparar las divisiones y devolver la paz doméstica”, mientras preparaba el encaje de dos perfiles incendiarios en su próximo gabinete. Sus compañeros de viaje ya están presionando para hacerse con Ministerios clave dada su aportación a la mayoría parlamentaria. En el caso de Smotrich, se habla incluso de la cartera de Justicia, pero Netanyahu tiene que ser cuidadoso para no irritar a los cuadros importantes del Likud. 

El diario Haaretz, de tendencia secular y próximo a la centroizquierda, advierte en su editorial de este miércoles que Israel “se acerca a una revolución derechista, religiosa y autoritaria”. Son muchos los analistas que vaticinan un retroceso democrático en el país. Los planes del bloque derechista de modificar la carrera judicial para someter a los tribunales ahondan en la idea de que Israel puede convertirse en un régimen híbrido. Y de paso, Netanyahu podría dar carpetazo a sus problemas con la Justicia.

Ra'am Mansour Abbas

El contexto en que se han celebrado los comicios ha sido sin duda determinante. La violencia ha inundado Israel en este 2022, el año más sangriento desde 2015 y donde más enfrentamientos entre israelíes y palestinos se han producido. Sin ir más lejos, en las 48 horas previas a las elecciones se produjeron dos atentados palestinos contra israelíes que se saldaron con un muerto y varios heridos. La vuelta al poder de Netanyahu podría escalar aún más las tensiones.

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