El partido MK de Sudáfrica redefine su postura sobre el Sáhara y respalda la soberanía marroquí

En un hecho sin precedentes, el partido uMkhonto weSizwe (MK), históricamente vinculado a los expresidentes Nelson Mandela y Jacob Zuma, ha declarado su apoyo inequívoco a la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Este respaldo, expresado en un extenso documento oficial titulado "Sudáfrica y Marruecos: Una alianza estratégica para la unidad africana, la emancipación económica y la integridad territorial", desafía abiertamente la postura tradicional del gobierno sudafricano liderado por el presidente Cyril Ramaphosa, que desde 2004 ha respaldado a la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), alineándose con las tesis de Argelia.
El MK, que emergió como la tercera fuerza política de Sudáfrica tras las recientes elecciones al obtener 58 escaños parlamentarios, ha justificado su posición apelando a un enfoque histórico, jurídico y geopolítico. Según el documento, "el Sáhara Occidental era parte integral de Marruecos mucho antes de la colonización española a finales del siglo XIX", y su reintegración en 1975 representa "una legítima restauración de la integridad territorial marroquí".
El partido de Jacob Zuma no solo reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara, sino que respalda activamente el plan de autonomía propuesto por Rabat. Este plan, calificado como "una vía equilibrada", busca dotar a la región de autogobierno bajo la soberanía marroquí, garantizando tanto la estabilidad regional como el derecho de los saharauis a gestionar sus asuntos internos.
"Nuestro posicionamiento se inscribe en una visión panafricana que busca unificar el continente en lugar de dividirlo", sostiene el texto, que critica veladamente la línea del Congreso Nacional Africano (ANC) del presidente Ramaphosa, al considerar que esta se encuentra "desconectada de las realidades geopolíticas actuales”.
Esta declaración del MK no es un gesto aislado. Durante su mandato presidencial, Jacob Zuma ya había mostrado voluntad de recomponer las relaciones con Marruecos. En la Cumbre Unión Africana–Unión Europea de 2017 en Abiyán, Zuma se reunió con el rey Mohamed VI, abriendo un canal de diálogo que causó incomodidad dentro del ANC.

"Marruecos es un país africano con el que debemos mantener relaciones", declaró Zuma entonces, recordando que fue Pretoria quien rompió los lazos diplomáticos en 2004 al reconocer a la RASD. Hoy, su partido parece decidido a retomar esa vía de acercamiento, desde la oposición pero con una creciente influencia política.
El respaldo del MK al plan de autonomía marroquí se produce en un contexto de fragmentación del sistema político sudafricano. El ANC, con 159 escaños, se ve cada vez más aislado en su postura pro-Polisario, mientras que la Alianza Democrática, segunda fuerza con 87 escaños y tradicionalmente ligada a la minoría blanca, mantiene una posición ambigua. Además, movimientos independentistas en la región del Cabo, algunos con respaldo internacional, añaden presión al panorama interno del país.
En este escenario, el MK se posiciona como un actor decisivo que no solo desafía el monopolio ideológico del ANC en materia de política exterior, sino que plantea una visión alternativa centrada en la cooperación panafricana y el realismo diplomático.

El documento del MK no se limita a la cuestión del Sáhara. Aboga por una alianza integral entre Sudáfrica y Marruecos, basada en valores comunes como la soberanía nacional, la integridad territorial y la autodeterminación africana frente a influencias externas. En este sentido, recuerda que Marruecos fue el primer país africano en apoyar a uMkhonto we Sizwe en 1962, brindando apoyo financiero y militar durante la lucha contra el apartheid.
En el plano económico, el partido insta a fortalecer los vínculos con Marruecos, destacando su papel como segundo mayor inversor en África. Plantea iniciativas conjuntas en sectores estratégicos como infraestructura, energía, agricultura, turismo y transformación digital. Incluso propone la firma de un acuerdo de libre comercio entre ambos países y la promoción de políticas de seguridad alimentaria como pilares de una autonomía continental efectiva.
Aunque la posición del MK no representa una decisión oficial del Estado sudafricano, sí marca un punto de inflexión en el debate nacional y continental sobre el conflicto del Sáhara. A medida que un número creciente de países africanos y occidentales respaldan la solución marroquí, el posicionamiento del MK podría presionar al gobierno de Pretoria para revisar su alineación diplomática.