Trump desafía a Merkel con la retirada de tropas de Alemania

La determinación tomada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de rebajar el número de soldados destinados en Alemania supone un pulso a la canciller alemana, Angela Merkel, y un golpe a la estabilidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se viene viendo afectada por diversos frentes en los últimos tiempos.
La iniciativa consiste en retirar de cara al mes de septiembre hasta 9.500 efectivos de territorio germano, reduciendo así el número de tropas estadounidenses estacionadas allí de las 34.500 actuales a 25.000. Este número sería el tope permanente; dato impactante porque, dependiendo de las necesidades, las fuerzas estadounidenses en ese país pueden sumar en determinados momentos hasta 52.000 militares, según datos ofrecidos por el medio The Wall Street Journal.
Así, el líder republicano confirmó este lunes el descenso del número de soldados emplazados en el área alemana hasta los 25.000, lo que supone una merma sensible de las fuerzas estadounidenses emplazadas en el país europeo.
Desde varios sectores se explica esta iniciativa norteamericana como una medida de presión de Trump a Merkel para que se involucre más y otorgue más financiación a la Alianza Atlántica. “Hasta que paguen vamos a retirar a nuestros soldados, como la mitad; se quedarán unos 25.000 y veremos a dónde vamos desde ahí, pero Alemania se ha convertido en una morosa. ¿Por qué deberíamos seguir haciendo nosotros lo que hacemos si ellos no van a pagar?”, declaró el máximo dirigente estadounidense en conferencia de prensa celebrada en la Casa Blanca.

Los aliados europeos de la OTAN no creían en un principio al cien por cien las filtraciones que hubo hace días sobre la drástica reducción de las tropas estadounidenses en Alemania. Pero, tras la confirmación oficial hecha por Donald Trump, en el seno de la Alianza Atlántica hay un fuerte interés en demostrar a Washington que la decisión sería contraproducente para la seguridad de EEUU; o, por lo menos, convencerle de que compense la salida de territorio germano con un incremento de la presencia castrense en otras zonas del continente europeo.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, indicó este martes en rueda de prensa que la semana pasada habló con Trump sobre la cuestión. El dirigente noruego destacó que la presencia de tropas estadounidenses en suelo europeo “es el núcleo de la alianza transatlántica” y que “también es bueno para EEUU porque hay que recordar que la paz y la estabilidad en Europea también es, por supuesto, importante para Norteamérica”.

Stoltenberg ya remarcó durante una conferencia de prensa hace unos días, cuando existían los rumores sobre la intención estadounidense de retirar soldados de Alemania, que no atendía a filtraciones, pero sí destacó que se siempre se está consultando “constantemente con EEUU y otros aliados sobre la postura y la presencia militar en Europa". El dirigente noruego reseñó que el gigante norteamericano ha venido aumentando la presencia de sus tropas en Europa "no solo en Alemania", sino también en otros puntos. Por ejemplo, recordó el despliegue de un nuevo contingente estadounidense en territorio europeo, concretamente un batallón en Polonia, junto con la presencia rotativa en los países Bálticos y más tropas en Rumanía, incluyendo una base para la defensa antimisiles, y en España, en concreto en la base sureña de Rota. "Vemos en los últimos años más presencia de EEUU, más inversión en equipamientos. Más presencia en el mar Negro y el Mediterráneo", aseveró hace unos días el secretario general de la OTAN.

En esta línea que defendía Jens Stoltenberg, la Alianza Atlántica desea una mayor presencia de Estados Unidos y sus destacamentos en el Viejo Continente, por lo que el último anuncio de Donald Trump parece preocupante al ir en la dirección opuesta y al significar un reto para Angela Merkel, una de las cabezas visibles dentro de la OTAN y de la Unión Europea (UE).
La OTAN es una organización que surgió tras la firma del Tratado de Washington en 1949 como respuesta a la situación planteada por la pasada Guerra Fría, un conflicto diplomático soterrado entre el antiguo bloque comunista liderado por la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el bloque capitalista occidental, con EEUU como máximo exponente. Tras la caída del comunismo, la OTAN ha pervivido a pesar de que no existía ya el tradicional enemigo que estaba representado por el antiguo Pacto de Varsovia.

Una OTAN que se ve ahora cuestionada por asuntos que afectan su estabilidad, como la disminución del número de tropas norteamericanas en Alemania o la posición de Turquía, Estado miembro que ha variado su estrategia de Defensa hacia los postulados de países no adscritos a la órbita atlántica, como la Rusia de Vladimir Putin; y que, además, participa en guerras como la de Libia y Siria, ya que el gran interés ahora de la nación presidida por Recep Tayyip Erdogan es tener un mayor posicionamiento en el Mediterráneo como zona geoestratégica importante y con gran importancia por los recursos gasísticos y petrolíferos.
Uno de los últimos actores internacionales que se ha posicionado de manera muy firme contra la beligerancia turca ha sido Francia. En un comunicado oficial de la Presidencia gala se calificó de “intolerable” e “inaceptable” la actitud otomana. “Los turcos se comportan de una manera inaceptable al instrumentalizar la OTAN y Francia no puede dejarlo estar”. En la nota del Elíseo también se denuncia “la política cada vez más agresiva y firme de Turquía, con siete barcos turcos posicionados frente a Libia y la violación constante del embargo de armas”, que pesa sobre la nació norteafricana desde el año 2011, cuando estalló la guerra civil que enfrenta al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj, al que da cobertura la Turquía de Recep Tayyip Erdogan con apoyo militar y milicias de mercenarios a sueldo procedentes de la guerra de Siria adscritos a grupos ligados con el terrorismo yihadista, contra el Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés) del mariscal Jalifa Haftar.

A Ankara se le acumulan las críticas en su contra por sus movimientos en política exterior, encaminados a ampliar su influencia en el Mediterráneo.
En este sentido, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, trasladó ayer a la UE la presión que Donald Trump está ejerciendo a través de la retirada de parte de sus tropas estacionadas en bases militares alemanas. Su presencia es “importante, no solo para Alemania, sino también para la seguridad de EEUU, pero en particular para la seguridad de Europa en su conjunto”, expresó Maas, que reaccionó al anuncio de la Administración Trump durante una visita a Polonia, en la cual hubo suspicacias porque Varsovia no oculta su interés por recibir a los soldados americanos que abandonen Alemania. “Hemos tomado nota. No tenemos informaciones más concretas sobre cuándo, cómo o qué será implementado por el Departamento de Estado o por el Pentágono. No hemos recibido información y estamos a la espera”, reseñó el ministro alemán, subrayando así lo improvisado y unilateral de la medida.

Muchos expertos estiman que esta medida podría debilitar la alianza militar transatlántica materializada en la OTAN. Además de las preocupaciones por sus consecuencias estratégicas, la propuesta ha causado molestia en Europa pues al parecer fue diseñada por Estados Unidos de forma unilateral. "Esto es completamente inaceptable, especialmente dado que nadie en Washington pensó en informar por adelantado a Alemania, un aliado en la OTAN", indicó Peter Beyer, coordinador de Merkel para las relaciones transatlánticas, al diario Rheinische Post.