Henar Hernández
Pies de foto: ATALAYAR©
La globalización, que se ha catalizado por la digitalización, ha propulsado los fenómenos migratorios a unas cifras que baten récords: 258 millones de personas se consideran migrantes internacionales, una cifra que a su vez se divide en dos categorías: por un lado, 150 millones de trabajadores y 5 millones de estudiantes, y ambos se desplazan por voluntad; por otro lado, 25 millones de refugiados, que son trasladados forzosamente por cuestiones bélicas y/o humanitarias.
Estos datos ilustran la magnitud del fenómeno que está acaeciendo en estos momentos en el tablero internacional. Por ello, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha situado su foco de actuación en la cuestión migratoria, siendo un ejemplo de ello la Conferencia de Marrakech – cuyo nombre oficial es el de Conferencia Intergubernamental para el Pacto Mundial sobre Migración, celebrada en la ciudad marroquí entre el 10 y 11 de diciembre de 2018. Tras ello, con el establecimiento de la Agenda 2030, se reconocía por primera vez el aporte de la migración al desarrollo sostenible, bajo el lema y principio: “No dejar a nadie atrás”, pretendiendo instaurar para su cumplimiento, un mecanismo que gestione las migraciones de forma ordenada, segura, regular y responsable.
Sin embargo, la adopción de estos entendimientos ha puesto de manifiesto las dos posturas que, de cierto modo, vertebran la comunidad internacional: por un lado, los países que han aceptado los parámetros de la ONU, siguiendo sus directrices; y por otro lado, aquellos que han huido y han sorteado las líneas de actuación marcadas desde las instancias supranacionales. Este es el caso de naciones como Polonia o Estados Unidos, según ha recogido el presidente del Club Internacional de Prensa, Javier Martín Domínguez, en su conferencia “Movimientos migratorios” que ha tenido lugar en el segundo día del curso de verano de Atalayar “Magreb, Oriente Medio y Europa: Entendimiento entre culturas. Relaciones y desafíos”.
Estados Unidos refleja, asimismo, el ejemplo de cuando la emergencia migratoria se convierte en el eje de un discurso político. Así, la situación que se vive actualmente en la frontera con México ha sido utilizado por la Administración Trump para generar una retórica política del odio, que ha calado en las sociedades. No obstante, Martín Domínguez recuerda que la hipocresía define este tipo de discursos, pues EEUU como país de destino requiere y solicita ese tipo de migración para que desarrolle un determinado tipo de trabajo, generalmente precario.
En este contexto, entran en juego los medios de comunicación de masas, con el rol que algunas teorías les confieren como cuarto poder, tras el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Como poder, y considerando su capacidad de influencia en las actitudes y comportamientos de los ciudadanos, los medios llevan ligado, en el ejercicio de sus funciones, una responsabilidad con la sociedad.
Martín Domínguez explica, en este sentido, que en el periodismo, la migración se suele tratar solo con números – con titulares como “Han muerto 45 personas en una patera” o “han desaparecido 18 personas en el Mediterráneo” – lo que genera dos efectos: en primer lugar, nos vuelve insensibles y nos deshumaniza; relacionado con ello y en segundo lugar, se obvian las historias trágicas que están detrás de las personas que arriesgan su vida y pagan con ella en la búsqueda de una vida mejor o de oportunidades de supervivencia. A veces, incluso, se elude la nacionalidad de los migrantes, sus motivaciones o que estos movimientos de personas responden a unas necesidades emitidas desde los países de destino. En el caso de España, Martín Domínguez expone que la idea general que opera en la sociedad es la de que “falta población” – cabe recordar que, según datos del INE, los nacimientos se han reducido en un 40% en la última década – y que se omite que “necesitamos este tipo de migración para la supervivencia del sistema”.
Por ello, Martín Domínguez, en calidad del presidente del Club Internacional de Prensa, aboga por que los periodistas cuenten las historias que rodean a los migrantes, por dos razones: por un lado, porque “son nuestros conciudadanos y vecinos” y, por otro lado, porque “contar historias es la base del periodismo”. Siguiendo esta línea, Martín Domínguez ha traído a colación un informe realizado de forma conjunta por la Universidad de Oxford, la Escuela de Negocios de Budapest y el Centro Europeo de Periodistas de Maastricht, en el que se ha revelado que en los países del norte de Europa, el tratamiento periodístico de la información es preciso y se limita a los datos, mientras que en los países del sur, el tratamiento es más emocional, incluso orientado a la búsqueda de soluciones y a través del planteamiento de preguntas, como ¿quiénes son? No obstante, en este contexto, es necesario considerar que, en otros países como Hungría e Italia, la política ejercida desde las esferas de poder “determina las historias de los periodistas”, es decir, existe una “influencia de las líneas de poder sobre lo que termina reflejándose finalmente en los medios”, lo que habría sido catalizado por la falta de recursos en el mundo del periodismo.
Junto con el informe presentado anteriormente, Martín Domínguez se ha referido al Manual Recopilatorio de Buenas Prácticas Periodísticas, elaborado por HARRESIAK APURTUZ, la coordinadora de ONGs de Euskadi de apoyo a inmigrantes. Las siete premisas que plantea son: en primer lugar, “No hay que incluir el grupo étnico, el color de la piel, el país de origen, la religión o la cultura si no es estrictamente necesario para la comprensión global de la noticia”; en segundo lugar, “Es necesario evitar las generalidades, los maniqueísmos y la simplificación de las informaciones. Los residentes extranjeros no comunitarios son tan poco homogéneos como los autóctonos”; en tercer lugar, “No deben potenciarse las informaciones negativas ni las sensacionalistas. Hay que evitar crear inútilmente conflictos y dramatizarlos. Hay que potenciar la búsqueda de noticias positivas”; en cuarto lugar, “Ecuanimidad en las fuentes de información. Es necesario contrastar las versiones institucionales. Hay que potenciar las propias de las minorías étnicas y tener especial cuidado en las informaciones referidas a los países de origen. La publicación de las rectificaciones como elementos que inciden en la calidad del medio informativo”; en quinto lugar, “Responsabilidad de los profesionales. La importancia de la ubicación física de la información. ‘El efecto dominó’. Utilización del material gráfico”; en sexto lugar, “Militancia periodística: hacia una multi-interculturidad enriquecedora para todos. La potenciación de las informaciones en positivo”; en séptimo y último lugar: “El uso del género gramatical masculino para referirse a grupos mixtos, invisibiliza a las mujeres y sus aportaciones en los diferentes ámbitos de vida, simplificando y, en muchos casos, deformando la realidad”.
Con todos estos elementos sobre la mesa, Martín Domínguez, ha incidido en la idea de que “los medios juegan un papel decisivo a la hora de liderar la opinión pública” y, en este sentido, que “las noticias y las opiniones emitidas y las representaciones culturales proyectadas configuran un universo creador de valores, actitudes y juicios”. Por esta razón, se requiere “la difusión del valor positivo de las culturas, obviando los estereotipos”.
Martín Domínguez se ha posicionado bajo estos postulados y ha declarado que “cada migrante que llega a un país de destino es un puente para otra nación que mejora nuestra perspectiva internacional y nos aporta una nueva visión global”. Además, ha asegurado que “la migración crea Embajadas de vuelta con una aportación cultural interesante”.
Trasladando estas ideas al caso de España, Martín Domínguez ha explicado que existe un “modelo español, en el que se le permite vivir a su manera cada uno, pero en el que falta permitir que las minorías que llegan tengan una visibilidad mayor”, pues se ha pasado de una “homogeneización a una porosidad basada en la diferencia”. En este sentido, ha expuesto que “muchos de los problemas de la migración son creados en los países de destino, pues se utiliza para el beneficio político de unos países que no existen, porque los países cerrados ni pueden sobrevivir ni mucho menos crecer. Los países tienen que ser porosos; en la aldea global, las sociedades cerradas son un síntoma de avaricia política, donde los problemas son creados por los políticos para luego poder justificar sus propias soluciones”.
Por todo ello, Martín Domínguez, explica que los periodistas “deben ser sensibles y sensatos para pintar una realidad más compleja”. Así, concluye que “el periodismo solo se va a salvar si trabaja en el componente ético”.