“La tecnología no acabará con el analfabetismo, pero sí puede combatir la ignorancia en el mundo árabe”. Es la constatación de Zohor Gourram, protagonista el pasado lunes 30 de septiembre de la conferencia inaugural del nuevo programa Aula Árabe Universitaria y el máster en Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en la sede de Casa Árabe de Madrid.
Gourram examinó la relación de la sociedad árabe con las nuevas tecnologías y cómo los desarrollos tecnológicos están influyendo en el pensamiento y creando nuevas formas de participación y de expresión política, social y artística. Zohor Gourram es novelista, crítica y académica, y profesora en la Universidad Mohamed V de Rabat, y acaba de ser galardonada con la medalla de plata a las Mujeres Árabes por el Cambio (2019), además del premio Katara en la categoría de crítica (2016) entre otros premios.
Zohor Gourram nos explica que la información hoy en día no tiene límites, ni paredes, ni puertas que la contengan. Su flujo es irremediable, su tránsito no es algo que podamos controlar y, por lo tanto, es un fenómeno de masas que sólo se puede entender a través del tiempo y de su influencia. Por más que tengamos información a nuestra disposición, la mayor parte de las veces es ella la que viene a nosotros y no nosotros los que vamos a ella. La complejidad de internet radica en que la interpretación de la información es completamente distinta de un individuo a otro, y al igual que no la interpretamos igual, no la reorientamos y la volvemos a comunicar de la misma manera. Nuestra capacidad interpretativa genera información constantemente.

Las emociones y los sentimientos también han entrado una categoría de socialización diferente, dado que las redes sociales han permitido la expresión de estos a través de herramientas con las que se ha conseguido que muchas personas se sientan identificadas y puedan hablar y reivindicarse libremente, también a través de plataformas, de comunidades y de grupos cerrados.
Si contextualizamos lo que ocurre en el Norte de África y Oriente Medio, podemos ver claramente una diferencia abismal entre el uso de las tecnologías e internet antes y después de la Primavera Árabe. Gourram explica claramente cómo antes de ese momento las relaciones tecnológicas estaban bastante restringidas. En Marruecos, concretamente en el año 2010, empieza a haber un movimiento emergente en el uso de tecnologías, y redes sociales que se afianzó completamente con el “ashab yurid”, que significa “el pueblo quiere”. Se trata de un lema político asociado a la primavera árabe, pero que surge por primera vez durante la revolución tunecina. Un canto que en su momento se escuchó en la avenida Habib Bourghiba de Túnez capital durante semanas, y posteriormente fue utilizado con frecuencia durante la revolución egipcia de 2011 que dio fin al régimen de Hosni Mubarak; pero también se promovió en todos los países que sufrieron revoluciones sociales en las que se reclamaban derechos sociales y cambios en el sistema.
En ese momento la tecnología se convierte en una herramienta que acelera los procesos políticos y sociales en el mundo árabe. “El acceso a la información permite a la gente tener más conciencia sobre lo que necesitan. Ahora las personas pueden consultar en internet lo que les ocurre antes de ir al médico por ejemplo. En el mundo árabe eso es un paso muy importante”, constata. Las asociaciones, ONGs y todos los colectivos defensores de los derechos humanos, libertades individuales y cambios políticos se ven obligados a pensar en clave tecnológica como medio social de reforma y cambio, aprovechando estratégicamente los productos informativos que la propia población genera y crea desde sus teléfonos móviles y que les ofrece una individualidad de generar contenidos que les ayuda a desarrollar su capacidad crítica y su visión ante la situación política y social. Las cámaras de los móviles de los ciudadanos y ciudadanas son los nuevos ojos de todo. Dejan de ser la televisión y la radio la única manera de llegar a los demás, y de expresar la realidad visceral de los acontecimientos.
Según nos explica Gourram, las redes sociales facilitan y agilizan la distribución multitudinaria de los participantes de estas revoluciones. En su opinión, las redes sociales no sólo han modificado diferentes parámetros de análisis de los movimientos sociales, sino también la percepción que se tiene de estos, que a su vez nutren los medios de comunicación tradicionales como son la radio y la televisión. Gracias a las redes, y a que a menudo rompen con los estereotipos y prejuicios latentes en otras partes del mundo en su visión sobre dichas realidades, la libertad de expresión da un salto inmenso en países como Marruecos, Túnez, Argelia, Siria o Egipto en la primavera árabe y las redes sociales. La tecnología e internet son el principal puente entre los ciudadanos y su voz crítica con la realidad del sistema, por lo que los límites de la libertad de expresión se desdibujan en el momento en el que entra en juego la tecnología.
En las estadísticas que nos muestra la especialista queda claro que la diferencia entre hombres y mujeres en el acceso a internet es bastante considerable. Gourram nos explica que en el caso de Marruecos ello se produce por dos razones. La primera se debe a que los primeros ordenadores y conexiones a internet llegan a los cibercafés, que principalmente son frecuentados por hombres; por lo tanto, son ellos los primeros y los que más entran en contacto con estos medios, mientras que las mujeres tenían más vetados dichos espacios. El segundo argumento se basa en que la educación es de más difícil acceso para las mujeres en Marruecos, siendo la tasa de alfabetización de las féminas mayor que la de los hombres en un porcentaje considerable. Todo ello dificulta que ellas puedan tener acceso a los medios de comunicación y que puedan comunicarse de la mejor manera.
En el país magrebí la tecnología se ha usado antes en la sociedad que en las administraciones y los organismos educativos y eso es un fenómeno que debe cambiar con el fin de que en las mismas aulas, la educación vaya de la mano de la sociedad. “Marruecos ha evolucionado mucho en materia de tecnología, pero queda un camino de adaptación muy importante para las futuras generaciones”, asegura.