Los mandatarios de China, Xi Jinping, y de Estados Unidos, Donald Trump, se han enfrascado en una nueva contienda cuyo escenario abandona la Tierra y se proyecta en el espacio ultraterrestre. La gran potencia asiática aspira a convertirse en el segundo país en pisar la superficie de Marte y en demostrar que su tecnología está a la altura de la norteamericana. Dentro de algo menos de un centenar de días, disparará un potente lanzador espacial que debe poner en órbita y encaminar hacia el Planeta Rojo a su primera explorador de territorios más allá de nuestro planeta.
Cuando después de siete meses de navegar por el cosmos y recorrer alrededor de 60 millones de kilómetros ‒unas 150 veces la distancia de la Tierra a la Luna‒ alcance la órbita del planeta en febrero de 2021, la sonda asiática soltará un módulo de superficie de donde descenderá el primer vehículo todo terreno made in China que rodará por el Planeta Rojo. Si Xi Jinping logra ver cumplidas sus aspiraciones, demostrará a Donald Trump, al mundo empresarial y científico de Estados Unidos y al mundo entero el gran potencial de su sector industrial.

Aunque China mantiene en secreto los detalles del ambicioso proyecto, su Agencia espacial acaba de desvelar el nombre de la iniciativa, que va a inaugurar un nuevo e importante paso de su programa interplanetario. La misión ha sido bautizada “Tianwen-1” ‒en español, “cuestiones celestiales”‒, en homenaje al reconocido poeta chino de la antigüedad Qu Yuan y al título de uno de sus poemas más famosos.
El anuncio ha sido efectuado coincidiendo con el 50 aniversario de la puesta en órbita del primer satélite artificial chino ‒Dong Fang Hong 1, el 24 de abril de 1970‒ y a algo menos de 100 días del comienzo de la misión, cuya ventana de despegue está programada del 23 de julio y el 8 de agosto.

En torno a ese mismo plazo de tiempo, también Estados Unidos va a enviar con destino a Marte a su misión Mars 2020 que, a semejanza de China, incluye un vehículo de ruedas o rover para explorar la superficie y el subsuelo marciano. La diferencia entre ambos proyectos es que la Agencia Espacial norteamericana (NASA) tiene la experiencia de haber enviado con éxito al Planeta Rojo un total de 20 misiones, de las que cuatro entre los años 1997 y 2012 han sido vehículos todo terreno.
El pistoletazo de salida de una nueva carrera espacial entre China y Estados Unidos ‒que deja de lado a Rusia y Europa‒, tiene el magnífico premio de poder descubrir si en el subsuelo marciano existe alguna fuente de vida presente o restos de vida pasada.
2020 es un gran año para la exploración de Marte y el periodo veraniego el más apropiado. En esos momentos, la mecánica celeste dicta que el Planeta Rojo se encuentra más cerca de la Tierra, lo que facilita que las sondas que parten desde nuestro planeta crucen el espacio y carguen y consuman el menor combustible posible, lo que permite aumentar el peso de los equipos a bordo.

Pero solo el hecho de llegar a Marte y entrar en su atmósfera es un inmenso y nuevo desafío para los ingenieros chinos, si tenemos en cuenta que desde la década de 1960 se han llevado a cabo cerca de 60 misiones al Planeta Rojo, alrededor de la mitad sin éxito. El gran reto personal lo asume Zhang Rongqiao, el arquitecto jefe del programa de exploración de Marte y su máximo responsable, que además de la construcción de la sonda ha tenido que resolver gran número de problemas, por ejemplo, cómo asegurar las comunicaciones y controlar la misión desde la Tierra.
Tres proyectos compiten este verano para salir de la Tierra y llegar a Marte a principios del próximo año. Además de la china, la más importante de todas es Mars 2020 de la NASA, la agencia espacial norteamericana, programada para despegar desde Cabo Cañaveral (Estado de Florida) el 17 de julio. La tercera es la emiratí Al Amal, que saltará al espacio desde la base espacial japonesa de Tanegashima para estudiar el planeta desde su órbita. Una cuarta misión estaba prevista, la ruso-europea ExoMars 2020, pero por dificultades técnicas en su desarrollo se ha visto relegada a 2022.

La china Tianwen 1 es una sonda de unas 5 toneladas en cuyo interior se aloja una cápsula de descenso y un todo terreno de seis ruedas para moverse por el accidentado planeta y efectuar experimentos y mediciones. Basado en el vehículo lunar Yutu 2, se estima que el rover pesa unos 240 kilos y tiene unas dimensiones de 2 x 1,65 x 0,8 metros, alrededor de la cuarta parte de la masa de un automóvil utilitario tipo Smart y algo más pequeño.
Su labor sobre la superficie del Planeta Rojo se prolongará por espacio de 90 días, para lo cual lleva a bordo lleva siete instrumentos, todos ellos para estudiar la atmósfera y las características magnéticas y geológicas del planeta y obtener pistas sobre su origen. Entre ellos se encuentra un radar, un microscopio, una estación meteorológica y una cámara a color para que los controladores en tierra puedan observar el terreno por el que se mueve.
El rover Mars 2020 de la NASA ha sido bautizado con el nombre de “Perseverance”, el nombre propuesto por un joven estudiante norteamericano ganador de un concurso establecido por la Agencia a escala nacional en el que participaron 28.000 alumnos. Se trata de un auténtico laboratorio sobre seis ruedas repleto de instrumentos que buscarán biomarcadores en el suelo marciano para intentar descubrir si alguna vez existió vida en el planeta.

China se convirtió en 2003 en la tercera potencia en enviar un ser humano al espacio a bordo de un lanzador fabricado por su industria nacional. El piloto de combate Yang Liwei se convirtió el 15 de octubre de hace siete años en el primer chino en orbitar la Tierra, después del soviético Yuri Gagarin ‒el 12 de abril de 1961‒ y el norteamericano John Glenn el 20 de febrero de 1962. Un total de 11 astronautas chinos que han viajado al espacio, dos de ellos mujeres.
El anterior presidente chino, Hu Jintao, ya intento llegar a Marte hace cerca de 9 años, pero no lo consiguió. Fue en noviembre de 2011 cuando la sonda Yinghuo-1 despegó desde el cosmódromo ruso de Baikonur, junto con la misión rusa Phobos-Grunt, que pretendía recoger muestras de la luna Fobos de Marte. Sin embargo, a los pocos días de comenzar el viaje interplanetario, la nave rusa a la que iba fijada la sonda china sufrió una avería que provocó el total fracaso de la misión.