El Barça gobierna la Supercopa ante un Real Madrid incapaz

El primer gol de Mbappé ponía al Real Madrid rumbo a su segundo título de año. El francés había vuelto y el equipo ya tenía su centro del campo perfecto. Los blancos parecían volar ante un Barça que seguía celebrando la ayuda del Gobierno con el caso de Dani Olmo. La crisis del Barça sería terrible, con una Liga tirada a la basura, la derrota en la Supercopa y los frentes extradeportivos poniendo el riesgo el futuro del club.
A los 22 minutos Yamal encendió el despertador para sacar al Real Madrid de su ensoñación y, antes del descanso, Balde ya había marcado el cuarto. La pesadilla empezó cuando el equipo de Flick encontró los puntos débiles de los blancos que esta temporada son demasiados.
El primero está en el banquillo. Ancelotti se ha abierto a las rotaciones obligado por un calendario infernal, pero hay decisiones inamovibles que perjudican a su equipo. Asencio asomó como un gran central, con detalles que recordaban a Sergio Ramos, valiente y atrevido con el balón en los pies. Pero su problema fue que Tchouaméni se recuperó de su lesión y el entrenador tenía que buscarle un sitio en el 11 inicial para justificar sus galones. No había otra opción y el francés no podía negarse a jugar, aunque fuera en un puesto que no domina.

Una defensa de cuatro jugadores donde dos de ellos no tienen los conceptos defensivos necesarios (Lucas Vázquez y Tchouaméni) te pueden salvar ciertos partidos, aunque el francés dejara ver sus carencias el día del Valencia, por ejemplo. Pero cuando llega un equipo trabajado como el Barça, un balón largo de punta a punta del campo se convierte en un golazo de cabeza de Raphinha porque Lucas está atacando y Tchouaméni no controla su espalda. Tampoco el francés estuvo fino cuando Lamine le encaró en el empate con gestos propios de un centrocampista con muchos metros y compañeros por detrás para tapar sus errores.
A todo esto, hay que sumarle un Barça pletórico. Los de Flick han tirado inexplicablemente la Liga y vuelan en Europa. Tienen un centro del campo refinado con Gavi, Casadó y Pedro, mientras que arriba Yamal se erige como la nueva joya azulgrana y Raphinha y Lewandowski se han puesto a las órdenes de su nuevo entrenador y suman más que restan.

Ancelotti tardó 52 minutos en quitar a Tchouaméni de la defensa para ponerlo en un centro del campo que ya no controla como antes. Ceballos entró en el 46, pero Modric, Fran García y Brahim pisaron el césped cuando Raphinha ya había marcado el quinto gol. De nada valió la expulsión de Szczesny por una falta a Mbappé que el árbitro no supo ver en directo.
Mientras el VAR revisaba la jugada, los jugadores del Barça hacían piña en la frontal del área para conjurarse ante la próxima media hora de asedio blanco. El gol de falta de Rodrygo fue ese espejismo que, en el Bernabéu, hubiera levantado al estadio para llevar al equipo a una remontada histórica. Pero Yeda no es Madrid y, aunque había mayoría blanca, los de Ancelotti no fueron capaces de hacer daño a Iñaki Peña que sacó una mano inmensa en los minutos finales que hundió aún más la moral madridista.

¿Qué hubiera pasado sin la roja a Szczesny? Un 11 contra 11 media hora más hubiera dado con Ancelotti en la calle en el vuelo de vuelta a la capital de España, pese a que Florentino Pérez ya no es el que era con los entrenadores. El italiano sigue y seguirá porque hay una Liga y una Champions en el horizonte que se coronará con el Mundial de Clubes. Otra cosa será ver su capacidad para colocar a jugadores en su sitio y exigir el fichaje de un lateral o un central si Alaba no acaba de recuperarse.

El Barça ya tiene un título y eso da mucha moral para afrontar la parte decisiva de la temporada. Su reto será pelearle la Liga al Atlético de Madrid, campeón de invierno y llegar muy lejos en la Champions con un hipotético partido contra el Liverpool que mediría a los dos mejores de Europa en este momento.
La Supercopa de Arabia ha dado para mucho. Desde la decisión del Gobierno con el Barça, hasta el repaso azulgrana al Real Madrid en la final, para gobernar el fútbol español.