Marruecos refuerza su soberanía alimentaria con un plan de recuperación ganadera

El rey de Marruecos, Mohamed VI, ha convertido el apoyo al sector agrícola, y en particular a la ganadería, en una prioridad estratégica para el Reino. En un contexto marcado por años de sequía y las crecientes consecuencias del cambio climático, el monarca ha impulsado una serie de medidas orientadas a fortalecer la soberanía alimentaria y proteger a los pequeños productores rurales.
Durante una reciente reunión del Consejo de Ministros celebrada en el Palacio Real, el rey dio instrucciones claras para la reestructuración del rebaño nacional, cuya población ha disminuido considerablemente. Estas directrices buscan garantizar la recuperación sostenible del sector ganadero, a través de criterios objetivos y una gestión transparente del apoyo estatal, supervisada por comités dependientes de las autoridades locales.
El monarca ha demostrado reiteradamente su interés por el bienestar de los agricultores y ganaderos, como quedó de manifiesto el pasado mes de febrero con la decisión de suspender el tradicional sacrificio de ganado durante el Eid al-Adha. Esta medida busca frenar la drástica disminución del número de cabezas de ganado y contribuir a su recuperación.
En este sentido, el ministro de Agricultura, Pesca Marítima, Desarrollo Rural, Agua y Bosques, Ahmed Bouari, informó al Consejo sobre los efectos positivos de las lluvias recientes, que han beneficiado tanto a los cultivos como a la vegetación natural. La mejora en la disponibilidad de forraje representa un respiro para los criadores, aunque la situación aún requiere de medidas estructurales para una recuperación duradera.
El gobierno prepara un ambicioso programa integrado para la temporada 2025-2026, centrado en aumentar la productividad ganadera y brindar apoyo directo al sector a través de proyectos de “agricultura solidaria”, en los que el Estado asume el coste total de la inversión en producción animal.
Analistas y expertos subrayan el carácter estratégico de estas políticas. Rachid Lazrak, profesor de ciencias políticas, considera que las decisiones del monarca representan un paso esencial para reforzar la autosuficiencia alimentaria, al priorizar a los pequeños productores y garantizar un reparto justo de los recursos. Bajo su punto de vista, este enfoque adaptado a las particularidades regionales asegura que la ayuda llegue a quienes más la necesitan, contribuyendo a la equidad social y económica en el mundo rural.

Por su parte, Rashid Sari, analista económico y director del Centro Africano de Estudios Estratégicos y Digitales, destaca la necesidad de incorporar soluciones innovadoras. En sus declaraciones al medio Al-Arab, apuntó que la producción de forraje de bajo coste y consumo hídrico reducido es clave para la sostenibilidad del sector. Subrayó además la importancia de reducir la presión sobre los recursos naturales y de fomentar una red de cooperativas rurales que ayuden a revitalizar las zonas más afectadas.
A nivel institucional, Marruecos ha reforzado su marco regulatorio prohibiendo, mediante una circular conjunta con el Ministerio del Interior, el sacrificio de ovejas y cabras hembras durante un año completo, una medida que ha llevado a muchos ganaderos a conservar sus animales para asegurar la regeneración del rebaño.
Paralelamente, el gobierno ha mantenido la subvención a la importación de ganado en fechas clave como el Eid al-Adha, y ha facilitado el acceso a alimentación animal a precios más asequibles. Según el Ministerio de Agricultura, la suspensión de los derechos de aduana y del IVA para estas importaciones no ha tenido impacto fiscal significativo, ya que los elevados aranceles que se aplicaban tenían un carácter disuasorio más que recaudatorio.

En relación al agua, otro de los pilares de la política agrícola marroquí, el ministro de Equipamiento y Agua, Nizar Baraka, señaló que las reservas hídricas del país se sitúan actualmente en un 40,3% de su capacidad total, lo que permite garantizar el suministro de agua potable durante al menos un año y medio.
Sin embargo, un reciente informe del Consejo Económico, Social y Ambiental advirtió sobre las tensiones crecientes entre los sectores agrícola, hídrico y energético. La agricultura de regadío representa el 87% del consumo total de agua del país, lo que plantea un desafío importante para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ecológica.
En medio de este escenario, el Banco Mundial ha elogiado iniciativas como el proyecto “Agua resiliente y sostenible en la agricultura” en la región de Chtouka, que combina tecnologías de riego moderno con asesoramiento técnico y sistemas de monitoreo de pozos, con el objetivo de optimizar el uso del agua en la producción agrícola.