Son varios los países que están involucrando a sus fuerzas armadas en la gestión de la crisis del COVID-19. Desinfección, logística y transporte, producción de fármacos, acondicionamiento de hospitales de campaña, atención sanitaria o vigilancia del cumplimiento de las medidas adoptadas por el gobierno son algunos de los muchos ámbitos en los que las fuerzas armadas pueden aportar sus medios, personales y materiales, y su experiencia. Impactaba la imagen del USS Comfort, un buque hospital con una capacidad de 1.000 camas, entrando en Nueva York para aliviar la afluencia hospitalaria. De la misma forma, chocaba ver al presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, ejerciendo por primera vez desde 1994, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas sudafricanas, vestido de militar y anunciado el despliegue de las mismas para lidiar con la propagación del coronavirus – Sudáfrica es el país más afectado del continente superando ya los 1.000 casos positivos –. Muchos países europeos han movilizado también a sus ejércitos, poniéndolos al servicio de sus gobiernos para apoyar en diferentes entornos. España lanzó el 15 de marzo la llamada operación Balmis, Francia activó el pasado 25 la denominada operación Résilience, e Italia, la principal afectada en el continente europeo, ha integrado el nuevo despliegue militar dentro de la operación Strade Sicure (Calles seguras).

Tanto la sociedad francesa como la italiana están más acostumbradas a la presencia militar en ciudades importantes, en monumentos e infraestructuras críticas, como estaciones o aeropuertos. En sendos países se llevan a cabo, desde hace varios años, operaciones en territorio nacional como medida de lucha antiterrorista. En el caso francés, la operación Sentinelle de 2015, puesta en marcha tras los atentados de enero de ese año, mantiene desplegados más de 10.000 efectivos de las Fuerzas Armadas francesas. En Italia, la operación Strade Sicure a la que se ha hecho mención antes, se puso en marcha en 2008 y mantiene en torno a 7.000 efectivos desplegados en condiciones normales. Esta operación, actúa además como paraguas de otros despliegues específicos del ejército en suelo italiano. Así ha sido en los últimos años, como por ejemplo ante los terremotos de 2017 en la isla de Ischia y en 2018 en la región de Catania, y también, ante el colapso del puente Morandi en Genoa en agosto del mismo año. Este detalle es importante, pues de la misma forma que entonces, esta operación acoge ahora el dispositivo especial que se lleva a cabo en Italia para apoyar en la crisis sanitaria del coronavirus. En España, sin embargo, a pesar del estado de alerta en el que nos encontramos debido al terrorismo, ello no había ido de la mano de una presencia militar en la vía pública como la de nuestros vecinos, por lo que el despliegue actual de miembros de las Fuerzas Armadas supone una novedad en nuestro imaginario colectivo.
No obstante, el nivel de participación de los tres colectivos, el italiano, el español y el francés, es muy dispar. A pesar de ser Italia el país más afectado, el número total de efectivos que ha participado en tareas de apoyo en diferentes momentos de la crisis sanitaria no llega a los 5.000, estando desplegados de forma permanente apenas un 10% de ellos, principalmente en el ámbito sanitario. Por supuesto, las Fuerzas Armadas italianas han llevado a cabo un importante despliegue logístico con más de 300 vehículos además de medios aéreos, entre los que se encuentran 5 helicópteros con capacidad de traslado de pacientes en módulos de biocontención y 5 aviones de transporte. También ha llevado a cabo la construcción de dos hospitales de campaña en Piacenza y Crema, ambas ciudades en el norte del país. Además del transporte de material sanitario por todo el país, se mantiene activo el 7º regimiento NRBQ “Cremona”, que se está encargando de la desinfección de vehículos y entornos, especialmente en la provincia de Bérgamo.

En el caso de España, con la particularidad de que salvo situaciones relacionadas con catástrofes naturales no se suele contemplar el despliegue de efectivos militares, se puede decir que la operación Balmis está teniendo un dispositivo de tamaño bastante considerable. El JEMAD, el general del Aire Villarroya, informaba este 31 de marzo del despliegue de prácticamente 7.000 efectivos actuando en 190 localidades. Entre las unidades desplegadas destaca la Unidad Militar de Emergencias, que fue la primera en ser movilizada, a la que se han ido uniendo otras con posterioridad según el número de efectivos se ha ido ampliando. Aparte del ámbito logístico, en el que destaca la utilización de un A400M del Ejército del Aire para la recogida de 14 toneladas de material en China, las Fuerzas Armadas españolas han llevado a cabo el montaje de 16 hospitales de campaña, además de la desinfección de más de 1.000 residencias de mayores, 500 hospitales y centros de salud y más de 300 terminales de transporte, entre puertos, aeropuertos, estaciones de ferrocarril y autobuses. No sólo están participando con medios materiales el Ejército del Aire y el Ejército de Tierra, el pasado lunes 30 de marzo, la ministra de Defensa Margarita Robles anunciaba la disponibilidad de 5 buques de la Armada el LHD ‘Juan Carlos I’, los buques de asalto anfibio ‘Castilla y Galicia’, y los buques de aprovisionamiento en combate ‘Patiño’ y ‘Cantabria’, para apoyar en labores sanitarias de localidades costeras. Apenas un día después de esas declaraciones, el 31, se informaba del despliegue del BAA ‘Galicia’ en Melilla para apoyar la labor sanitaria de la ciudad.

Francia ha sido la última de las tres en implementar una operación de este tipo, añadiendo que a pesar de su entrada en vigor el 25 de marzo, sus Fuerzas Armadas ya habían estado llevando a cabo algunas labores, sobre todo de traslado de pacientes entre diferentes centros hospitalarios. La operación la ha desarrollado, a diferencia de Italia, de forma paralela a la que ya se llevaba a cabo en territorio nacional en relación con la lucha antiterrorista. Aunque el ministerio de Defensa francés no concreta el número de efectivos que está desplegando en esta operación, sí hace un repaso detallado de las acciones que están llevando a cabo sus Fuerzas Armadas. Destaca, como ya se ha resaltado, el transporte de pacientes hacia otras ciudades menos saturadas, incluidas, dada la forma en la que ha afectado al este del país, localidades en Alemania, Suiza y Luxemburgo. La evacuación se ha hecho a través de medios aéreos equipados con el sistema Morphée, concretamente un A330 y un C135 del Ejército del Aire. También han participado en estas evacuaciones varios NH90 ‘Caïman’ del 1er regimiento de helicópteros del Ejército de Tierra. La sanidad militar, al igual que en España, ha construido un hospital de campaña en las inmediaciones del hospital de Mulhouse, en la región de Alsacia, una de las más afectadas. La Armada francesa, por su parte, mantiene movilizado el PHA ‘Tonnerre’, un buque de las mismas características que el LHD ‘Juan Carlos I’, en la ciudad de Toulon y al que ha dotado de enormes capacidades médicas. Dada la particularidad de Francia, con varios territorios de ultramar, también ha desplegado el PHA ‘Mistral’ hacia Mayotte y Reunion, y el PHA ‘Dixmude’ hacia las Antillas y la Guyana.

Las funciones que están llevando a cabo las fuerzas armadas de estos tres países mantienen, por tanto, diferentes grados de participación en la crisis del COVID-19. Las capacidades que aportan son también algo distintas en función, por ejemplo, de la dispersión del virus sobre el territorio y de las capacidades sanitarias de cada uno de los países. Lo que sí se evidencia es la capacidad de las fuerzas armadas de poner al servicio de la sociedad los más variados métodos y materiales para hacer frente a multitud de crisis, además de una enorme capacidad de adaptación a las circunstancias, lo que obliga a no perder de vista su modernización continua siempre que la situación económica lo permita.