Han pasado 28 días desde que Rusia lanzara una invasión a gran escala sobre Ucrania. Todo hacía presagiar una operación rápida y quirúrgica, pero pronto se convirtió en un fracaso estrepitoso para las aspiraciones de Vladímir Putin, fracaso provocado por el deficiente planteamiento y la imprevista capacidad de resistencia mostrada por las fuerzas ucranianas. Dos factores que llevaron al presidente ruso a recrudecer su ofensiva sobre los enclaves principales del país.
El Ejército ruso solo ha tomado una capital de óblast, Jersón, en casi un mes de invasión. El balance pone de relieve la pésima planificación del Kremlin, caracterizada por los continuos problemas logísticos, y la victoria táctica de la resistencia ucraniana, capaz de contener el avance ruso por varios frentes. Viendo amenazadas sus posiciones, Moscú agudizó el asedio contra ciudades como Chernígov y Járkov. Pero el enclave más golpeado ha sido el de Mariúpol.

Sitiada por las fuerzas rusas, la ciudad portuaria bañada por el mar de Azov está siendo el escenario de los ataques más duros. La ciudad lleva días, semanas, sin suministros básicos, y ha quedado reducida a escombros. Los habitantes tratan de abandonar sus hogares a través de uno de los nueve corredores humanitarios abiertos este miércoles para permitir la evacuación de civiles y la entrada de ayuda humanitaria. En todo el país Naciones Unidas cifra en 925 los civiles fallecidos, 75 de ellos menores.
El Ejército ucraniano ha conseguido recuperar terreno en los suburbios de la capital y en las ciudades de Moshcun y Makariv, al tiempo que las tropas rusas buscan lanzar un ataque anfibio sobre Odesa para unir el corredor sur y dejar a Ucrania sin salida al mar. Pero los analistas aseguran que el avance del Ejército ruso está paralizado.
Y Putin sigue enrocado. El presidente ruso no piensa levantar el acelerador de la ofensiva y busca desde el Kremlin algunas medidas que mitiguen las represalias puestas en marcha por Occidente. Washington, Londres y Bruselas aprietan la soga contra los oligarcas rusos y endurece las sanciones contra Moscú. Un escenario que pone al país contra las cuerdas.
?? #Ukraine Tal y como desvelan distintas fuentes de inteligencia, las fuerzas aéreas rusas han sufrido importantes bajas, aunque no tantes como en sus vehículos terrestres.
— Atalayar (@Atalayar_) March 23, 2022
?Se contabilizan (a la baja) 66 aeronaves militares rusas destruidas, dañadas o capturadas pic.twitter.com/HrAdBs5rhD
“No tiene sentido suministrar productos rusos a Europa y recibir sus productos en su moneda. Habrá un cambio de los pagos de gas a rublos”. Esas eran las declaraciones de un Vladímir Putin que ha anunciado este miércoles que Moscú exigirá el pago en rublos, moneda local, por las compras en materia energética. Una medida dedicada a fortalecer la golpeada divisa nacional, que perdió un 40% de su valor.
Pero el presidente ruso no exigirá el pago en rublos a todos sus compradores, sino solo a aquellos que se han mostrado hostiles con su campaña de agresión a Ucrania. El Kremlin ha confeccionado una lista con los países “no amigos” en los que se encuentran Estados Unidos, Estados miembros de la Unión Europea, Reino Unido, Japón, Canadá, Noruega, Singapur, Corea del Sur, Suiza y Ucrania.
“Rusia continuará, por supuesto, suministrando gas natural de acuerdo con los volúmenes y precios... fijados en los contratos celebrados anteriormente”, aclaró Putin en un encuentro televisado en compañía de sus ministros. “Los cambios sólo afectarán a la moneda de pago, que se cambiará a rublos rusos”, trasladó a su Gobierno en un mensaje dirigido principalmente a la Unión Europea.

“Debe crearse un procedimiento comprensible y transparente de realización de pagos para los compradores extranjeros, incluida la adquisición de rublos rusos en nuestro mercado de divisas nacional”, agregó Putin, que dio un plazo de una semana al Banco Central y a los miembros de su gabinete para acometer la reforma y encontrar canales que permitan a los importadores energéticos obtener rublos en el mercado interno.
El presidente ruso dijo además que se ordenaría a la gigante gasística Gazprom a modificar los contratos. La compañía privada, manejada por el Estado ruso, liquida el 58% de sus ventas en euros, el 39% en dólares estadounidenses y alrededor de un 3% en libras esterlinas. En este escenario cobra importancia la enorme dependencia energética europea de Rusia, pues el gas ruso representa un 40% del consumo total de gas en el Viejo Continente.