Mike Pence ante la convocatoria de la Vigésimo Quinta Enmienda y la destitución de Trump

Los congresistas Ted Lieu, por California, y Ayanna Pressley, por Massachusetts, han encabezado la petición expresa al vicepresidente Mike Pence de invocar la Enmienda XXV y sustituir a Donald Trump debido a la voluntaria falta de reacción ante lo que estaba sucediendo en el Capitolio.
A esa petición se han sumado otras voces importantes, también del Partido Republicano, como la de Phil Scott, el gobernador de Vermont, que ha manifestado en Twitter que "Trump debería dimitir o ser destituido por su gabinete y el Congreso". Otras autoridades civiles y figuras públicas vinculadas a diferentes sectores se han sumado a esta petición, que no es la primera vez que es planteada para destituir a Trump.

La Constitución estadounidense recoge, en su Vigésimo Quinta Enmienda ratificada en 1967, la posibilidad de que el vicepresidente de Estados Unidos, sustituya por "incapacidad" o "inhabilitación" al presidente del país. Nunca antes en la historia estadounidense se había invocado esta Enmienda que fue introducida a raíz del asesinato de John F. Kennedy.
Sin embargo, aunque el propio gabinete de Donald Trump ha estado valorando esta posibilidad, llevarla a cabo plantea serias dificultades. La decisión final de esta destitución residiría en el Congreso de los Estados Unidos, por lo que, aunque la aprobación de la Cámara de Representantes sería plausible, la del Senado, donde haría falta el visto bueno de casi una veintena de republicanos, se antoja complicada.

De la misma forma pasaría con la otra vía de destitución, la del impeachment, que aunque ha sido también propuesta y utilizada contra Trump en otra ocasión, necesitaría el apoyo de parte de los republicanos del Senado estadounidense. Vista la gravedad de la situación, y que algunas figuras del Partido Republicano ya le han dado la espalda – aunque haya sido en el último momento –, no es descartable que, según la evolución de la situación, la posibilidad de usar alguno de estos recursos cobre fuerza.
Mike Pence se ha erigido como una figura a la que aferrarse ante el último, y más grave, desvarío de Donald Trump. A pesar de la tensión y de las imágenes que se vivieron ayer en el Capitolio, el presidente se abstuvo de movilizar a la Guardia Nacional en apoyo de la seguridad del Congreso estadounidense, a pesar de que se vio completamente desbordada.

Fue precisamente el vicepresidente, Mike Pence, el encargado de llevar a cabo la solicitud para su despliegue. Lo hizo, además y de manera significativa, en colaboración con el actual secretario de Defensa en funciones, Christopher Miller, el jefe del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas estadounidenses, Mark Milley, y los líderes del Congreso, un republicano, Mitch McConnell, y tres demócratas, Nancy Pelosi, Chuck Schumer y Steny Hoyer. La decisión se plasmó en un comunicado en la página web del departamento de Defensa en el que se indicaba que "la Guardia Nacional se activada para preservar la Constitución y nuestra forma democrática de gobierno".