Profundizando en la zona gris

Conflicto en la Zona Gris
1. Introducción
No hace mucho, tratamos en estas páginas el tema de lo que se conoce como “Conflicto en la zona gris” tomando como escenario el continente europeo.
Los recientes acontecimientos en nuestro país hacen que nos planteemos volver a ese asunto para tratar de arrojar algo más de luz sobre el mismo, no con el ánimo de alimentar teorías conspiranoicas ni apoyar ni desmentir ningún relato, ni oficial ni de contendientes políticos o mediáticos, aunque ya cuesta distinguir entre ambos, sino para que nuestros lectores cuenten con el conocimiento más amplio posible de ese concepto y de ese modo puedan llegar a sus propias conclusiones del modo más razonadamente posible.
Inicialmente, podemos admitir que el concepto de “zona gris” se refiere a un ámbito intermedio entre la paz y la guerra abierta, donde los actores, tanto estatales como no estatales, emplean toda una panoplia de tácticas, cuya principal característica es la ambigüedad para, o bien alcanzar objetivos estratégicos sin llegar a desencadenar un conflicto militar abierto, o para preparar el terreno de tal forma que cuando el conflicto se desate éste sea lo más limitado posible, minimizando tanto las bajas como la destrucción.
Una característica que también define este modo de proceder es la búsqueda constante de vulnerabilidades que permitan explotar vacíos legales, políticos y operacionales dentro del orden internacional vigente. Todo con una finalidad, lograr lo que se conoce como la “negación plausible”, algo que explicaremos más detenidamente un poco más adelante.

2. Base teórica
El concepto “zona gris” se utiliza para describir un entorno donde se llevan a cabo acciones coercitivas que no alcanzan el umbral legal o político que define una guerra convencional, ya sea porque sus efectos son limitados, porque su atribución es complicada, o porque se llevan a cabo en dominios como el cibernético, donde aún no se ha establecido un marco legal claro para los conflictos como sí que existe para los enfrentamientos “convencionales”.
El término comenzó a popularizarse en la década de los dos mil, si bien ganó relevancia al calor de lo que se conoció como la “Doctrina Gerasimov”, el nacimiento del concepto de guerra híbrida y la extensión de los conflictos a otros dominios como el cognitivo o el cibernético. En relación a la “Doctrina Gerasimov”, y sin entrar en más detalles, pues el documento en sí es fruto de muchas discusiones y controversia, es importante poner énfasis en la parte de su teoría en la que defiende que el estado natural de las naciones es el “estado de guerra” y que ésta debe llevarse a cabo, y de hecho así se hace, empleando todos los medios al alcance del Estado, extendiéndola a todos los dominios, considerando el aspecto militar de la guerra solamente uno más, que en muchas ocasiones no es ni siquiera el más relevante ni determinante.
¿Qué características definen a los conflictos en la zona gris? Entre las principales podemos enumerar las siguientes:
Ambigüedad estratégica: esto quiere decir que las acciones que se lleven a cabo no pueden considerarse claramente como actos de guerra, pero al mismo tiempo no son inocuas ni pacíficas.
Negación plausible: esta es una de las principales. Se basa en la práctica imposibilidad de atribuir las acciones a un actor concreto, en este caso un Estado. Pero esa dificultad en la atribución no quiere decir que quien sufre los ataques no pueda identificar el origen; es más, en muchas ocasiones se trata de eso mismo, que, aun conociendo al autor, su atribución sea casi imposible. Para ello, los métodos empleados son diversos, siendo muy frecuente, sobre todo para acciones en el dominio cibernético, el empleo de grupos criminales, activistas, etc. Del mismo modo que en otros dominios se recurre a PMC,s (Compañías Militares Privadas), proxies, o grupos terroristas.

Multidominio: las acciones se llevan a cabo en todos los dominios y ámbitos posibles. Se utilizan todo tipo de herramientas que provoquen desestabilización, tanto política mediante la financiación y potenciación de grupos de todo tipo, que fomenten la división social, o que promulguen la separación o independencia de una parte del Estado objetivo, herramientas económicas que afecten al sistema financiero o sistema económico con repercusión en la sociedad, difusión de campañas de desinformación y por supuesto ataques cibernéticos de todo tipo y diversa entidad que poco a poco vayan sembrando la inquietud y minando la confianza de la sociedad llevándola a una situación de desesperación, hartazgo o incluso de caos que provoque estallidos sociales.
Objetivos a largo plazo: por lo general las acciones en la zona gris buscan alcanzar objetivos a medio largo plazo, influyendo en las balanzas de poder, debilitando en todos los órdenes posibles al objetivo y preparándolo para que cuando llegue el momento de la confrontación militar directa no esté en condiciones óptimas para llevar a cabo una defensa ordenada o incluso la sociedad este en un punto en el que no apoye una confrontación militar ni aun en el caso de defensa propia.
Se ha de tener en cuenta que, aunque las acciones se lleven a cabo en un país en concreto, puede que éste no sea el verdadero objetivo, sino que lo que se busque sea desestabilizar una organización supranacional o una alianza o coalición de Estados, y se tome como objetivo a aquel miembro que por diversas circunstancias se considere el más débil o el más influenciable, de tal modo que se socave la cohesión interna de esa organización o se utilice como mensaje al resto de miembros de lo que puede suceder. Es lo que, utilizando un símil cinematográfico, llamaríamos “la cabeza del caballo en la cama”.
Otro aspecto importante es la importancia que tiene en las acciones en la zona gris el estudio del Estado objetivo en sí y de sus vulnerabilidades concretas. Se estudian todos los ámbitos: estructura política, territorial, social, problemas históricos internos, posibles debilidades industriales, de infraestructura, etc. Todo aquello que sea susceptible de ser atacado o influenciado de un modo u otro.
Entre las herramientas utilizadas para lograr el fin último, y por relacionar algunas, tenemos operaciones de información, operaciones psicológicas, ataques cibernéticos, afectación de infraestructuras o suministros críticos, presión económica o coerción comercial, apoyo y fomento de movimientos discrepantes de todo tipo, grupos insurgentes o separatistas, influencia en procesos políticos internos, campañas de descrédito internacional etc.

Entre los ejemplos reales y recientes de este tipo de operaciones en la zona gris, el más evidente lo encontramos en la ocupación de Crimea por parte de Rusia en 2014. Previa a la ocupación física del territorio por los que se denominaron “Little green men” (hombrecillos verdes), que evidentemente eran soldados rusos que actuaron sin emplear ningún tipo de distintivo o insignia en sus uniformes, se produjeron en todo el territorio ucraniano y durante varios meses ataques cibernéticos con la infraestructura de generación y distribución de electricidad como objetivo. Los grupos separatistas prorrusos de los oblast de Donetsk y Lugansk principalmente se volvieron más activos gracias a financiación, apoyo y adiestramiento externo (ruso). Las operaciones de información (INFOOPS) se desataron en los medios de comunicación y especialmente en las redes sociales, y se produjo una clara manipulación de los sentimientos étnicos y lingüísticos de parte de la población.
Otras naciones también han sido objetivo de este tipo de acciones por parte de Rusia, siendo interesante mencionar los intentos de injerencia en los procesos electorales de EE. UU. y Francia mediante ciberataques a partidos políticos y organismos electorales, el uso de bots y trolls en redes sociales buscando polarizar a la opinión pública y la difusión de noticias falsas y teorías de conspiración.
Por último y por citar un ejemplo diferente tenemos las acciones llevadas a cabo por China en el Mar de China Meridional. Estas se enmarcan en la reclamación por parte de Pekín de una inmensa área del Mar de China Meridional, para lo cual han construido islas artificiales con bases militares en aguas que no le pertenecen legalmente sin llegar a un conflicto armado abierto. Para ello ha recurrido a la construcción de infraestructura militar bajo pretexto civil. Ha empleado a su Guardia Costera, milicias marítimas e incluso grupos pesqueros para hostigar barcos de otros países sin recurrir al uso directo de la Marina. De esa forma los choques o conatos de enfrentamiento siempre se circunscriben al ámbito civil, o al menos fuera del ámbito militar, lo cual difícilmente podría justificar una reacción armada por parte de sus víctimas.

Las acciones en la zona gris aprovechan numerosos vacíos jurídicos del derecho internacional. No siempre es claro cuándo una acción justifica una respuesta militar o sanción, lo que limita seriamente la capacidad de respuesta de los Estados afectados. Y, además, se ha de tener en cuenta que la lista de los países con capacidades completas para llevar a cabo este tipo de acciones es muy corta.
Esta clase de conflicto supone un enorme desafío. Responder a las acciones en la zona gris requiere una integración multidimensional (inteligencia, ciberseguridad, diplomacia, economía) y la disuasión tradicional pierde efectividad frente a amenazas difusas y no atribuibles con claridad.
Los enfrentamientos en la zona gris representan una evolución de la guerra en el siglo XXI en la que el poder se ejerce de forma encubierta, ambigua y multidimensional. Adaptar la doctrina de seguridad, la infraestructura de inteligencia y los canales diplomáticos para lograr una detección temprana son clave para enfrentar estas amenazas sin caer en provocaciones que escalen a conflictos abiertos. Y a todo lo anterior se ha de sumar un profundo conocimiento, mediante auditorías internas y test de “red teams”, de las vulnerabilidades propias en todos los ámbitos, así como el fomento de la capacidad de resiliencia cívica.
Y, considero muy apropiado utilizar de nuevo un símil cinematográfico que me recordó hace un par de días un buen amigo: "Una vez es casualidad, dos es coincidencia, tres es una acción del enemigo”. Goldfinger
A buen entendedor…