Los de Tebboune atraviesan tiempos convulsos en un contexto cada vez más favorable a su rival regional marroquí

Los movimientos argelinos para hacer frente a su gran crisis

PHOTO/ARCHIVO - Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia
photo_camera PHOTO/AFP - El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune
Argelia enfrenta una delicada situación en su política exterior.

Abdelmajdid Tebboune afronta uno de los momentos más complicados desde que asumiese la presidencia argelina el 19 de diciembre de 2019. La crisis que atraviesa el país tiene muchas aristas. La principal, y la que más preocupa al presidente, es la que ha provocado que su país pierda peso en el tablero internacional. Sin embargo, él mismo reconoce que, antes de poder recuperar el terreno perdido en política exterior, debe solventar problemas internos. Y es que la represión ha provocado duras críticas dentro del país, que no han encontrado apoyo de una comunidad internacional más preocupada por aliados energéticos que por luchas de derechos.

Muchos de los problemas argelinos giran en torno a la gestión. Se trata de la tercera potencia económica y la segunda militar de África, estándares que no se corresponden con el pobre desarrollo que ha experimentado el país en los últimos años. Y es precisamente esta debilidad la que ha llevado a la protesta, y esta a su vez a la represión. “Cuando Tebboune llegó al poder describió el Hirak como un ‘movimiento bendito’ que ‘salvó a Argelia’, pero hemos sido testigos de que su Gobierno intensificó la represión contra él, atacando a periodistas independientes, abogados, activistas de la sociedad civil y partidos políticos que se oponen al régimen”, decía hace unos meses a ATALAYAR Yasmine Hasnaoui, profesora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Internacional Americana de Kuwait.

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AP/FATEH GUIDOUM - Manifestantes de protesta en Argelia toman las calles de Argel, el viernes 2 de abril de 2021. Una multitud de manifestantes marchó pacíficamente en las calles de la capital de Argelia, Argel, en apoyo al movimiento prodemocrático Hirak.

Desde ese momento, los cambios en Argelia han sido inexistentes. La “nueva Argelia” de la que habla Tebboune y en la que cuenta con Saïd Chengriha, jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional Popular, como hombre de máxima confianza, no ha sido capaz de abordar los problemas sociales a los que se enfrenta su país. Es más, las medidas que ha tomado no han hecho sino seguir provocando malestar en la población. Uno de los últimos ejemplos ha sido la decisión de censurar el cine que critique las instituciones y figuras oficiales. La excusa de proteger “la santidad, símbolos, y valores nacionales, espirituales y oficiales” ha sido el pretexto utilizado para restar libertades a los argelinos.

Todas estas acciones son seguidas con detenimiento por parte de organismos internacionales que ven con preocupación la evolución de las políticas de Tebboune. Eso no evita que el presidente argelino siga confiando en fortalecer su posición y mejorar la imagen de su país de cara al exterior. Así lo ha hecho saber, asegurando que “buscamos apoyar los esfuerzos de desarrollo en el continente africano con motivos fraternales. Construiremos escuelas y hospitales y cavaremos pozos de agua, y el comienzo puede estar en el norte de Mali”. Precisamente porque Bamako es uno de los enclaves en los que Argelia tiene puestas muchas esperanzas para ganar influencia en África.

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AFP/ RYAD KRAMDI - Fotografia de archivo, mujeres argelinas cantan consignas durante una protesta antigubernamental en la capital Argel el 8 de marzo de 2021. - Miles de personas se manifestaron en Argel y otras ciudades del país, confirmando la removilización de la protesta de Hirak movimiento nuevamente en las calles desde el segundo aniversario del levantamiento el 22 de febrero.

Recuperar influencia en el Sahel

Región vital para las aspiraciones argelinas, como demuestran las últimas visitas del ministro de Asuntos Exteriores, Ahmed Ataf. Mauritania y Mali han sido los dos últimos destinos elegidos por el Gobierno de Argelia para estrechar sus lazos en aras de fortalecer su posición en la región. Ataf viajó a Nouakchot para mantener una reunión con su homólogo mauritano y con el presidente, Mohamed Ould Cheikh Al-Ghazwani. De ahí se marchó con un acuerdo firmado mediante el que se espera mejorar la coordinación política en asuntos comunes, destacando una política de cooperación en la región subsahariana.

Tras sellar el acuerdo, el ministro argelino, acompañado por el director de Inteligencia Exterior, el general Jabbar Muhanna, viajó a tierras malienses. En Bamako, ambos abordaron uno de los asuntos que distancia ambas administraciones. Desde que en 2015 Argelia auspiciase el acuerdo de paz y reconciliación en Mali, la situación ha cambiado mucho. Lo ha hecho hasta el punto de que el ministro de Reconciliación de Malí, Ismael Wagué, ha puesto en tela de juicio el papel mediador de Argelia. Considera que “ciertos movimientos” por parte de la Coordinación de Movimientos del Azawad (CMA, por sus siglas en inglés) no han tenido “condena alguna” por parte de quienes deben velar por la seguridad del acuerdo, como debería ser Argel.

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AFP/CHRISTOPHE ARCHAMBAULT - El jefe del Estado Mayor militar argelino Said Chengriha.

“Sus autores nunca han sido llamados al orden”, dice Wagué en relación con las acciones del CMA. La desprotección ha sido uno de los sentimientos que ha inundado la sociedad maliense, incluso con la teórica ayuda de organizaciones como la MINUSMA (misión de la ONU en el país), el Observatorio Independiente y el Grupo Internacional de Expertos para las sanciones relativas a Malí. Creen que “nunca han cumplido las expectativas”, algo que también echan en cara a los argelinos, lo que ha acuciado la visita de la delegación del Ejecutivo de Tebboune, que tampoco es una acción aislada.

Argelia está trabajando en mejorar su presencia militar en la región en el marco de la lucha contra el terrorismo, o al menos así lo quieren hacer ver. Los observadores consideran que esta lucha contra la actividad extremista podría esconder una voluntad de ganar influencia en el continente, utilizando la lucha antiterrorista como excusa. Chengriha explicaba que su país “aboga por la adopción de un nuevo enfoque africano relacionado con la lucha contra el terrorismo basado en la lucha contra los grupos armados y la prevención de todas las formas de extremismo”. El jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional Popular considera que estas amenazas “exigen trabajar en la cooperación para reducir la violencia y el extremismo”.

Una de las muestras es el acuerdo de cooperación militar sellado entre Argelia y Níger, cuyo objetivo es vigilar la frontera terrestre compartida por ambos países. Esto, unido a la mencionada cooperación con Mauritania, pretenden garantizar el proyecto de carretera que une las ciudades de Tinduf y Zouerate, un paso más en esa recuperación de influencia. Unos movimientos acompañados de una cada vez más notoria afluencia de representantes militares en territorio argelino, teniendo como ejemplo reciente la visita de Ibrahim Issa Bulama, subjefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Nigeria.

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REUTERS/MOUSSA KALAPO - El coronel Ismael Wague, portavoz de las juntas del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP), que derrocó al presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita

Desde el Ministerio de Defensa de Argelia comunicaron que “se acordó la necesidad de intensificar la coordinación operativa sobre el terreno mediante la programación de patrullas en toda la franja fronteriza que separa Argelia y Níger”. Es el último de los tres países que completan la región clave que quiere reforzar el Gobierno de Tebboune. Y es que el Sahel resulta vital para las aspiraciones argelinas, aunque también tiene un gran inconveniente en su flanco norte, en el Magreb. Marruecos es el bastión que Argel no parece preparado para superar. Mientras, el tándem Tebboune-Chengriha intenta esconder la crisis de su país con ataques a su vecino marroquí que, por otro lado, sigue creciendo para asentarse como líder regional.

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PHOTO/AFP - Los abogados participan en una manifestación exigiendo la independencia del sistema judicial en la capital argelina Argel el 24 de octubre de 2019

La amenaza marroquí para las aspiraciones argelinas

Un muro infranqueable. Así se presenta Rabat frente al sueño – quizá demasiado optimista – de liderazgo regional argelino. Y es que, a pesar de ser la segunda fuerza militar del continente africano, Argelia ha aumentado la partida destinada al gasto militar en un 130% en comparación al año 2022, alcanzando los 23 mil millones de dólares. Este montante supone un 15% del PIB, casi el triple que en el año anterior – 5,5% –. Un exponencial aumento que, como no podía ser de otra forma, ha obtenido respuesta desde el lado marroquí, cuyo presupuesto para las Fuerzas Armadas Reales en la nueva Ley de Finanzas es de 17 mil millones de dólares, casi el 3,5% del PIB.

El potencial armamentístico de Argel es únicamente superado por el de El Cairo, según el ranking elaborado Global Fire Power (GFP). No obstante, las tendencias parecen entrecruzarse. Marruecos convertirse en potencia militar para el 2030, y ya ha puesto toda la maquinaria a funcionar para alcanzar su objetivo. Su estrecha relación con Washington facilita un camino que ya tiene su línea inicial trazada. El reino alauí se está haciendo con carros blindados Abrahams, drones Predator, cazas F-16 actualizados y HIMARS. Estos últimos, recién adquiridos, son unos sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad, cuya eficacia se ha demostrado en el campo de batalla al suponer una importante barrera ucraniana frente a los ataques rusos.

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AP/MOSSAB ELSHAMY - Frontera marroquí-argelina cerrada, cerca de Oujda, Marruecos, el viernes 5 de noviembre de 2021

Para contrarrestar la eficacia marroquí, Argelia quiere inclinar la balanza del Magreb hacia una influencia oriental. Más allá de la rivalidad intrínseca entre argelinos y alauíes, lo que hay detrás de ambos es una pugna por ganar poder en el norte de África. Marruecos, con el apoyo mayoritario de Europa – estrecha relación con la UE mediante –, y de su aliado clave estadounidense, se enfrenta a un Argel cada vez más orquestado por Rusia y, en su detrimento, de Irán.

Los esfuerzos del Kremlin se centran en la guerra de Ucrania, por lo que Argelia buscaba nuevos apoyos con los que reforzar su potencial armamentístico. Los beneficios obtenidos por la crisis del gas en Europa tenían destino incluso antes de llegar a las arcas del Gobierno de Tebboune. La crisis social y económica que atraviesa su país no fue motivo suficiente para destinar ese dinero a la mejora de infraestructura o combatir los efectos de la acuciante inflación. El Ejecutivo optó por impulsar un agresivo crecimiento del potencial militar, momento en que Irán irrumpió con fuerza en la escena argelina.

Argelia quiere convertirse en el pivote en torno al que gire la política rusa hacia África”, Jorge Cachinero en El Economista

La pugna por la influencia en el Magreb

Irán ofrece una ayuda a Argelia que, lejos de ser desinteresada, tiene un alto coste tanto para el propio país como para la seguridad de la región. El régimen ayatolá, siguiendo la línea de Moscú, quiere sacar buen rédito de ello. Como contrapartida al armamento que los iraníes proporcionan a Argelia, Teherán solicita bases militares en el Sáhara Occidental para llegar al Atlántico y ganar paulatinamente peso en el Magreb y el Sahel.

Los movimientos de iraníes y rusos preocupan a europeos y norteamericanos. Ven con recelo esta ganancia de influencia rusa en el norte de África y responsabilizan a los de Tebboune de facilitar la entrada del grupo Wagner en África. Pero es que esta complicidad ruso-argelina no ha hecho más que empezar. El plan de Argelia pasa por fortalecer aún más si cabe los vínculos con los de Vladímir Putin. Jorge Cachinero apuntaba hace unas semanas en su columna de opinión para El Economista que Argelia quiere convertirse en el “pivote en torno al que gire la política rusa hacia África”.

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AFP/RYAD KRAMDI - Soldados argelinos hacen guardia en el complejo de gas Tiguentourine, en In Amenas, a unos 1.600 kilómetros al sureste de la capital

Lo que no está tan claro es que la voluntad de Rusia sea la misma. El Kremlin no muestra especial interés por llegar al punto de cooperación ansiado por los argelinos. Abdelmajdid Tebboune quería contar con la ayuda rusa para llevar a cabo una serie de proyectos en el campo de infraestructuras, algo que, de momento, no pretenden llevar a cabo los rusos. De ahí que ciertas autoridades argelinas teman un posible ascenso marroquí de la mano de Estados Unidos que termine de sepultar cualquier atisbo de esperanza que aún quede en el país argelino por asaltar un liderazgo regional cada vez más asentado en Marruecos.

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