El técnico comercial del Estado y socio fundador de Iberglobal, Enrique Fanjul, ha señalado que este continente puede jugar un papel importante en la previsible relocalización empresarial tras la pandemia

África se ha convertido en una prioridad comercial para España

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La pandemia ha puesto sobre la mesa algunos debates existentes dentro del ámbito empresarial respecto a algunos temas, desde la desaceleración de la globalización al contexto actual de las cadenas globales de valor y los criterios para acometerla. La pandemia también ha hecho saltar las alertas sobre el rol de China en el ámbito comercial y empresarial, algo que va a provocar un cambio en las relaciones de muchos países, también de los que están en vías de desarrollo, con el gigante asiático.

Teniendo en cuenta la importancia de la internacionalización de las empresas, ¿el escenario internacional en el ámbito del comercio va a cambiar con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca?

Esta es una de las incertidumbres que existen en el futuro más inmediato. Durante el mandato de Trump, el multilateralismo y el libre comercio experimentaron un gran retroceso y todo apunta a que viviremos un cambio en este sentido. Se espera una vuelta de Estados Unidos a los principales foros internacionales, el acuerdo de París y el impulso de la OMC son dos ejemplos. Sin embargo, creo que debemos tener un optimismo moderado. Las posturas más duras van a ser abandonadas, pero hay ciertos aspectos en los que la llegada de Biden no va a traer variaciones, como puede ser en el caso de la guerra comercial con China. Quizás el lenguaje sea suavizado por esta nueva Administración, pero todo indica que Estados Unidos mantendrá una posición dura y firme con China, especialmente en el sector tecnológico. Este aspecto no es exclusivo de Estados Unidos, sino que también se está extendiendo a  otros países y zonas, en particular la Unión Europea.

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¿Cuáles serían los elementos de valoración a la hora de seguir una política de internacionalización empresarial? ¿Qué criterios debe seguir una empresa, especialmente las PYMEs? 

Bueno, a la hora de la internacionalización, no sólo debemos tener en cuenta los aspectos micro de las empresas sino también los aspectos macro, de los propios gobiernos. En este sentido, y empezando de lo macro a lo micro, los gobiernos deben realizar una política que  permita estar en línea de competitividad con el resto de los países. Para ello se debe estar atento a las medidas que llevan a cabo los países competidores para que las empresas nacionales puedan competir. En segundo lugar, el marco general económico es muy importante a la hora de llevar a cabo la internacionalización y en esta línea hay ejemplos que van en contra de la internacionalización empresarial: la subida de impuestos, las exenciones fiscales a la hora de repatriar dividendos de las filiales en el exterior, la subida del salario mínimo, etc.. Ya a nivel micro, a nivel de la propia empresa, se debe analizar bien los recursos con los que se cuenta para lanzarse a la internacionalización. Muchas de las pymes, no cuentan con los recursos necesarios, por un lado, los humanos – gente preparada para trabajar en mercados internacionales – y, por otro, los financieros. En España se ha caído en un mantra de que la internacionalización es una necesidad irreversible de las pymes, y no siempre es así, ya que no todas están preparadas.

España ha estado tratado de llevar a cabo cierta conversión en su presencia en el exterior, y aumentar el peso del ámbito económico y comercial en las embajadas y representaciones, pero ¿se ha conseguido?

Si tenemos en cuenta una perspectiva temporal, ha habido un esfuerzo muy grande por parte de la Administración de desarrollar estructuras de apoyo a las empresas que deciden salir al exterior. Se ha realizado una apertura de oficinas comerciales en muchos países nuevos y en otros se ha aumentado el número de ellas, China es un ejemplo en esto. También ha habido un esfuerzo de concienciación en el ámbito diplomático de que se le deba dar importancia a los asuntos económicos y comerciales. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer, aunque las bases se hayan consolidado en las últimas dos décadas. Debemos tener en cuenta que el marco presupuestario de los últimos años no ha sido tampoco el mejor para impulsar y ampliar la red de oficinas en el exterior.

Se suele poner el acento en las exportaciones, pero las importaciones también son importantes. ¿Qué correlación hay entre ambas actividades?

Hay un dato que suele pasar desapercibido, pero que muestra la importancia y la gran relación que hay entre exportar e importar: las empresas más exportadoras suelen estar, generalmente, en la lista de las empresas que más importan. Este hecho es significativo, y pone en valor la importancia de la importación. Y este hecho está muy ligado a las cadenas globales de valor. La fragmentación de los procesos de producción entre diferentes localizaciones para aprovechar sus ventajas ha obligado a las empresas a importar elementos que son necesarios en su proceso productivo. Esta necesidad de importar componentes clave en el proceso productivo de una empresa, hace que se deba poner el acento en el precio al que se consiguen estos componentes, que éste sea competitivo, que existan facilidades administrativas y logísticas, etc., para favorecer la competitividad de la empresa. 

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La expansión de las cadenas globales de valor está muy ligada a la globalización, pero la elasticidad del comercio exterior ha disminuido respecto al crecimiento. ¿Ha tocado techo la globalización?

La desglobalización es uno de los temas que está ahora mismo en discusión, algunos hablan incluso de slowbalization, y es obvio que la pandemia de la COVID-19 ha puesto en duda el contexto actual de las cadenas globales de valor.  Durante varias décadas, principalmente en los años previos a la crisis de 2008, hubo una etapa de hiperglobalización, es decir, de crecimiento muy fuerte de la globalización, y que llegó a estar en una tasa de 2:1 entre el crecimiento del comercio y el crecimiento del producto interior bruto de los países. Y esta etapa ya arrastraba signos de desaceleración, como era natural. La llegada de la pandemia ha acentuado esta ralentización, pero también ha traído otro debate. Hasta 2020, el principal criterio a la hora de defender las cadenas globales de valor era el de la eficiencia, si se podía producir más barato en otro lugar, se llevaba a cabo la deslocalización de la empresa. No obstante, a raíz de la pandemia, ha aparecido otro criterio importante, el de la resiliencia. Las diferentes amenazas que pueden surgir en un futuro, desde los conflictos a otras cuestiones ambientales, climáticas o sanitarias, como hemos visto, pueden interrumpir o trastocar el buen funcionamiento de estas cadenas de valor. Por lo tanto, las empresas deben ahora atender también al criterio de la seguridad. Esto puede suponer un acortamiento de las cadenas globales de valor o, incluso, una relocalización de muchas empresas. Otras posibilidades, no obstante, evitarían un corte radical de las cadenas globales de valor, para mantener las ventajas del comercio internacional. Una de ellas sería la de diversificar los suministradores de forma geográfica, para evitar depender en exclusividad de un único productor. Otra sería la de aumentar los niveles de stock  de componentes que mantienen las empresas, para poder afrontar alguna interrupción del suministro durante más tiempo. Pero, también, existe la posibilidad de la localización de proximidad con la que, en el caso particular de España y de Europa, el continente africano podría ganar mucho peso en los próximos años.

La pandemia ha traído a muchos países europeos el miedo a la dependencia de la producción en China de muchos productos que afectan a sectores estratégicos, como puede ser el sanitario. ¿Crees que en estos sectores la solución pasa por la relocalización en el propio suelo europeo?

Creo que en determinados sectores estratégicos sí se va a ir hacia una relocalización que aumente la protección frente a amenazas como ha sido la de la pandemia. También, de forma paralela, se están dando pasos en la Unión Europea, y en la propia España, para vigilar las inversiones extrajeras en estos sectores clave, de forma que se evite el control de determinados países sobre cuestiones vitales para el correcto funcionamiento de un país. Esto es, principalmente, para hacer frente a las inversiones de empresas chinas. Estas empresas, de carácter estatal, tienen una gran dependencia del gobierno chino y disfrutan de grandes beneficios e inyecciones de capital que les da ventaja en los sectores en los que compiten. Todo esto va a llevar a cambios en los que la producción en proximidad va a ganar mucho peso. Dentro de esta proximidad, Europa tiene dos regiones que pueden resultar atractivas. Una sería Europa del este, y la, otra, como ya he mencionado, sería África. El continente ha venido mejorando la percepción empresarial que hay del funcionamiento en muchos países, lo que está atrayendo la presencia empresarial. España, de hecho, ha abierto oficinas comerciales recientemente en  algunos países africanos, que sostendrían esta imagen de que África puede ser un nuevo objetivo empresarial, como antes lo fue el sudeste asiático. Todo dependerá, claro, de los sectores y de los objetivos de cada empresa. De la misma forma que considero que África va a ganar peso, el continente latinoamericano lo va a perder, principalmente por la inseguridad jurídica y la inestabilidad política de algunos países.

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¿Es Marruecos una puerta a África en este sentido?

Claramente. Marruecos está haciendo mucho esfuerzo y se han tomado en serio que pueden ser una plataforma de entrada al continente africano.

La Nueva Ruta de la Seda, en la que España podía haber jugado un importante papel, ha perdido mucho protagonismo, en parte por el creciente recelo a las inversiones chinas, ¿en qué situación se encuentra el proyecto? 

La Nueva Ruta de la Seda ha perdido, efectivamente, mucho protagonismo. Durante 2020 la inversión en  esta iniciativa  se ha reducido notablemente respecto a años anteriores. China ha invertido mucho dinero en varios países y ahora se encuentra con problemas a la hora de recuperar los créditos ofrecidos. Debido a esto, la financiación de los bancos chinos en este ámbito se ha tomado con mucha más prudencia. Otro aspecto es ese recelo, que ahora también es creciente en países en vías de desarrollo, algo que no existía en años anteriores. Por último, la participación de empresas no chinas ha sido muy baja, algo que ha reducido el atractivo para otros países. Así ha sido en el caso de España, con importantes empresas en el sector de la construcción y de las infraestructuras, pero que apenas han participado en proyectos de la Nueva Ruta de la Seda. En definitiva, la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda va a perder fuelle, y también por cuestiones internas de la propia economía china.

Teniendo en cuenta la importancia de la inversión china casi en el conjunto del continente africano, ¿puede suponer este creciente recelo a ese tipo de inversión que realiza una ventaja para los países europeos?

Yo creo que sí. Y, además, eso se va a ver favorecido por los factores que hemos comentado antes y que ha acelerado la pandemia, como es el de la producción en proximidad. Las ventajas de África son similares a las que tenía China hace 30 años, con la ventaja también de una mayor cercanía, como pueden ser los bajos costes salariales. El atractivo de África ha aumentado mucho en los últimos años, también por la mejora del marco general en muchos países africanos. En el caso de España, África se ha convertido en una prioridad para la política comercial española, que se ha reflejado en la adopción de un nuevo Plan África por el Ministerio de Asuntos Exteriores el año pasado, y una estrategia denominada Horizonte África por parte de la Secretaría de Estado de Comercio. Con todo esto España quiere dar un impulso a la política de internacionalización de nuestras empresas en el continente. 

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