Tras una intensa jornada marcada por el fin del período de luto por Amini, las protestas se intensifican en Mahabad, donde los manifestantes han quemado edificios gubernamentales después de que las fuerzas de seguridad asesinasen a un joven

Protestas Irán: la Policía ataca a manifestantes en la tumba de Mahsa Amini 40 días después de su muerte

AFP/UGC - Una mujer sin velo se dirige al cementerio de Saqqez, la ciudad natal de Mahsa Amini

Una hilera kilométrica de personas y vehículos recorre la carretera que conduce a Saqqez como si de una peregrinación se tratase. La localidad, ubicada en el Kurdistán iraní, es la ciudad natal de Mahsa Amini, la joven de 22 años asesinada el pasado mes de septiembre por llevar mal colocado el velo.

A pesar de la presión y las amenazas por parte de las autoridades, los familiares de la joven, así como miles de iraníes, optaron por congregarse en el cementerio de Saqqez para rendirle homenaje 40 días después de su fallecimiento.

Como era de esperar, las autoridades iraníes no han respetado ni siquiera el fin del período de luto. “Las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos y abrieron fuego contra la gente en la plaza Zindan en Saqqez”, denuncia Hengaw, una organización que monitorea las violaciones de derechos humanos en la región del Kurdistán iraní.

El régimen iraní ya había tratado de impedir previamente que los familiares de Amini conmemorasen esta jornada tan especial. La agencia de noticias estatal, IRNA, emitió un comunicado asegurando que no tenían previsto realizar ninguna ceremonia para evitar “cualquier problema”. Asimismo, los servicios de seguridad advirtieron a la familia que no llevasen a cabo ningún acto, de lo contrario, “deberían preocuparse por la vida de su hijo”. Hengaw también informó acerca de cortes en la carretera de Saqqez y despliegues policiales para evitar que iraníes de otras ciudades visitasen la tumba de Amini.

No obstante, las medidas de las autoridades no impidieron que miles se congregasen en el cementerio de la ciudad, donde, además de recordar a Amini, corearon lemas que ya se han convertido en símbolos de las protestas como “Muerte al dictador”, “Ali Jamenei será derrocado” o “mujer, vida, libertad”.

Durante esta jornada se convocaron nuevas huelgas en varios puntos del Kurdistán, así como en el resto del país. Trabajadores de la industria petrolera y gasística también se unieron en apoyo a las históricas protestas.

A última hora de la noche, Iran International reportó protestas en 30 ciudades en todo el país. El medio destaca que, en Teherán, por ejemplo, las protestas se intensificaron por la noche. Basándose en los vídeos publicados en las redes sociales, las manifestaciones de esta jornada podrían ser “las más fuertes hasta el momento”, de acuerdo con Iran International.

Ahora la mirada está puesta en Mahabad, una ciudad de mayoría kurda ubicada en el oeste del país. Tal y como denuncia Hengaw, las fuerzas de seguridad mataron a tiros a Esmail Moloudi durante las protestas de anoche. También, según muestran los vídeos difundidos en redes sociales, los manifestantes respondieron al asesinato atacando la oficina del gobernador de la ciudad y quemando varios edificios gubernamentales.

Aumenta la cifra de fallecidos y la presión sobre los médicos para ocultar las muertes de los manifestantes

Con Esmail Moloudi aumenta la cifra de fallecidos desde que comenzaron las protestas el pasado mes de septiembre. De acuerdo con los últimos datos de Iran Human Rights (IHRNGO), más de 230 iraníes -incluidos 29 niños- han perdido la vida en las manifestaciones.

La región que sigue encabezando la lista de fallecidos en las protestas es Sistán y Baluchistán, al este del país. La provincia es el hogar de la minoría baluchí, una etnia en el punto de mira del régimen que suele ser objeto de discriminación y abusos por parte de las autoridades.

La organización también denuncia que, en muchos casos, las autoridades han tratado de ocultar la muerte de los manifestantes. IHRNG señala que “la devolución de los cuerpos depende de que las familias prometan permanecer en silencio o acepten las causas falsas de muerte”. En caso de que no lo acepten, los fallecidos son enterrados sin avisar a los familiares y lejos de su hogar.

Para obligar a las familias a aceptar estas condiciones, el régimen ha empleado “malos tratos físicos y mentales”. Asimismo, las “causas” de muerte que suelen presentar las autoridades son caídas desde una altura, accidentes de tráfico, sobredosis de drogas o alcohol y envenenamiento.

Por otra parte, la presión sobre los médicos y el personal sanitario va en aumento. Las fuerzas de seguridad los obligan a firmar certificados de defunción que ocultan la causa real de la muerte de los manifestantes. Desde el comienzo de las protestas, organizaciones como IHRNGO han denunciado que la policía usaba las ambulancias para transportar a los agentes y que, en muchos casos, los heridos en las manifestaciones eran arrestados una vez que llegaban a los hospitales.

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Para Mahmood Amiry-Moghaddam, director de la organización, todo esto son ejemplos “del incumplimiento y la violación de las leyes internacionales y los principios morales por parte de la República Islámica para encubrir sus crímenes”. Amiry-Moghaddam hace un llamamiento a organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para que tomen medidas al respecto. “Deben mostrar una reacción urgente y apropiada ante estas infracciones”, añade. 

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