Irán busca mantener su influencia en Siria tras la caída de Al-Assad

El Líder de Supremo de la República Islámica de Irán, Ali Jamenei, ha evitado, de nuevo, señalar el papel que han tenido Turquía y Qatar en la caída del régimen de Bashar Al-Assad en Siria, culpando en su lugar a Israel y Estados Unidos.
Jamenei, cuyo país fue uno de los principales aliados de Al-Assad, aseguró que lo ocurrido en Siria “es producto de un plan conjunto estadounidense-sionista”. Al comienzo de la ofensiva rebelde que terminó derrocando al régimen sirio, el líder iraní ya habló de una “conspiración sionista” sin indicar que muchos de los grupos rebeldes que la dirigían estaban financiados y respaldados por Turquía.
En sus últimas declaraciones, Jamenei sí ha afirmado que “un país vecino jugó y sigue jugando un papel claro en los acontecimientos” que tienen lugar en Siria, refiriéndose a Turquía.
“Todo aquel que ataca a Siria tiene un objetivo. Algunos de ellos aspiran a ocupar tierras en el norte o el sur de Siria, y Estados Unidos busca establecer su presencia en Oriente Medio”, declaró Jamenei. Mientras Estados Unidos ha atacado objetivos del Daesh e Israel arsenal convencional y químico del antiguo régimen, Turquía -a través de sus milicias en Siria- ha lanzado una ofensiva en el norte del país contra los grupos kurdos englobados en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), respaldadas por Washington.
Ankara, a través de esta ofensiva, busca arrebatar territorios a los kurdos y continuar expandiendo la ocupación turca en el norte de Siria. “Las facciones pro-turcas tomaron grandes distritos de la ciudad de Manbij, en la zona rural oriental de Alepo, después de violentos enfrentamientos con el Consejo Militar de Manbij (vinculado con las SDF)”, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El ejército turco ataca la ciudad de #Kobane y sus pueblos en #rojava pic.twitter.com/9uys3TdTku
— Amina Hussein (@aminahekmet) December 10, 2024
El hecho de que Jamenei evite referirse directamente al papel de Turquía en el derrocamiento de Al-Assad refleja la debilidad de Irán, que parece reacio a confrontar a Ankara por temor a las repercusiones que esto podría tener sobre su influencia en la región. Turquía, al controlar directamente lo que ocurre en Siria a través de sus milicias, se convierte en un actor clave capaz de obstaculizar el acceso de Irán y sus armas a Hezbolá en el Líbano. Con Al-Assad en Damasco, Siria era la principal vía utilizada por el régimen iraní para enviar armamento al grupo libanés.
Qatar, por su parte, también ha trabajado en estrecha colaboración con Turquía para promover la caída de Al-Assad. Durante la guerra civil siria, Doha ha apoyado principalmente a los grupos opositores al régimen brindando apoyo financiero, diplomático y, en algunos casos, militar. Sin embargo, el respaldo de Qatar a los grupos opositores ha causado controversia, ya que algunas de las milicias han tenido vínculos con facciones más radicales e islamistas.

Las autoridades iraníes también evitan acusar a Qatar y Turquía con el objetivo de no caer en el aislamiento regional. Teherán ha logrado establecer una estrecha asociación diplomática y de seguridad con Qatar. Además, los medios afiliados a Doha, especialmente Al Jazeera, han jugado un papel clave respaldando y promoviendo la agenda de Irán y el llamado “Eje de Resistencia” en su guerra contra Israel.
Irán no puede permitirse perder Siria
El régimen iraní y sus milicias regionales se encuentran en un momento de debilidad. La caída de Al-Assad representa el último gran golpe para Teherán después de las derrotas de Hamás y Hezbolá en Gaza y el Líbano respectivamente.
La toma de parte de Siria por el grupo Hay'at Tahrir al-Sham (HTS) y sus aliados representa un problema significativo para Teherán, ya que corta el corredor terrestre que conecta a Irán con el Líbano. Esto dificulta el envío de armas y combatientes al país de los cedros para apoyar a Hezbolá y obstaculizar los esfuerzos de Irán para fortalecer y reconstruir las capacidades de la milicia chií después de su guerra con Israel.

Teherán no esta dispuesto a seguir perdiendo influencia y poder en la región, por lo que ya ha establecido una línea directa de comunicación con los rebeldes del nuevo liderazgo en un intento de "prevenir una trayectoria hostil” entre los países, según reveló a Reuters un alto funcionario iraní.
Horas después de la caída de Al-Assad, Irán expresó su deseo de mantener las relaciones con Damasco basándose en el “enfoque prudente y con visión de futuro” de ambos países. A través de esta estrategia, Teherán trata de encontrar formas de trabajar con el nuevo liderazgo sirio para evitar su aislamiento regional y seguir manteniendo cierta influencia en el país. “La principal preocupación de Irán es si el sucesor de Al-Assad alejará a Siria de la órbita de Teherán”, señaló otro funcionario iraní a la agencia de noticias.
No obstante, será difícil para Irán lograr ganarse el favor de los grupos que controlan Damasco. El líder del HTS, Abu Mohammed Al-Jolani, ha criticado en varias ocasiones la intromisión de Irán en Siria. De hecho, en su reciente discurso desde la Mezquita Omeya de Damasco, Al-Jolani criticó las “ambiciones iraníes” en Siria, asegurando que “difunden sectarismo y fomentan la corrupción”.